35- Una versión distinta

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Amaris:

No puedo dormir. Me había dormido a las diez de la noche, pero me desperté a las dos de la madrugada y no pude seguir durmiendo. Había escuchado a Hernán entrar a su habitación, pero no tengo idea de si seguirá ahí. Me levanté y me senté en la silla del escritorio para escribir en mi cuaderno. La verdad es que no tenía nada para redactar, hasta que leí una de las páginas, la cual hablaba sobre un cuento que me contaba mi madre cuando era niña.

—Mmm...

Parece que aquella historia solía gustarme bastante de niña. Recuerdo que mi madre solía leérmela mucho.

—La joven, sorprendida, siguió a esa voz celestial que le hablaba. Subió a la parte más alta y miró al cielo. La luna, quien iluminaba la noche, le habló: Muchacha, veo en ti un corazón puro y bondadoso. La esperanza, tolerancia y el amor te rodean. Eres digna de conllevar mi bendición y traer la paz a este mundo.

Esto es lo que escribí la vez que lo recordé.

—...

Creo que en este momento... estoy recordando más cosas.

—Su cabello platinado, piel blanca, ojos azules claros, y vestimenta blanca...

Voy escribiendo lo que estoy recordando. Siento una sensación extraña por esto.

—... Su presencia era capaz de trasmitir paz a las personas. —Escribo—... Aquella mujer... se hizo llamar Amaris, que significa "Hija de la Luna". Aquel nombre le iba perfecto, ya que básicamente representaba lo que ella era, su origen, su bendición por parte de la luna. —Sigo escribiendo—. Las personas la veían como un ser maravilloso, mágico, bondadoso y piadoso, adorada por la mayoría de personas que la veían y quedaban maravillados con ella.

Dejo de escribir.

—... Vaya, con que de ahí salió mi nombre.

De algún lugar tuvo que haber salido, después de todo. Ahora lo recuerdo, aquel libro se llamaba Hija de la Luna, el cual trata de una joven huérfana que fue convocada por la luna, la cual la bendijo y le encomendó la misión de ayudar a los más necesitados. Solía gustarme mucho de niña, hasta quería ser como Amaris; poseer magia para ayudar a los demás y pertenecer a un mundo mágico. Creo que... en cierto modo se me cumplió, cosa que, a medida que fui creciendo, lo veía imposible.

—Ni siquiera me parezco a ella... Estoy muy lejos de serlo.

Cierro el cuaderno y lo dejo en su lugar. Vuelvo a la cama para tratar de dormir de nuevo. Tengo que ir a la casa de Luciana por lo que su madre me ofreció. Me alegra saber que al menos podré mantenerme por un tiempo más.

(...)

Llego a casa, algo cansada por haber estado ayudando en la casa de Luciana. Estuve desempacando cajas grandes con elementos de costura dentro, organicé mejor su taller de costura, ya que estaba algo desordenado, entre otras cosas. Mientras yo hago eso, la señora Lucía sale a trabajar, y sí, me dijo que la llame Lucía. Suelo quedarme sola en la casa con Luciana. Ella me había ofrecido ayudarme, pero le dije que podía sola, después de todo, su madre me lo había pedido a mí.
Hoy me di cuenta de lo débil que soy con respecto a la magia, porque ni siquiera pude levantar una de esas cajas grandes con mi plataforma. Voy yendo tres días seguidos, y la señora Lucía dijo que era suficiente, que cuando me necesite de nuevo me llamará, así que me pagó y vine a casa. La verdad es que me dio bastante dinero por haber ido tres días, así que no me quejo. ¿Quién diría que el dinero que Judith me había dado duraría bastante? Debe ser porque la mayoría de cosas me las había dado Luciana, y lo único que yo pagaba era la comida.
Me siento en el sofá, cansada.

El Resplandor de la MagiaWhere stories live. Discover now