21- Recuerdo

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Amaris:

Recordaba aquella melodía de mis recuerdos, la que esa persona tocaba mientras yo observaba. Intentaba imitarla al tocar el violín, mientras la suave brisa acariciaba mi rostro, haciéndome sentir relajada.

🎶🎵🎶🎵

Seguía tocando, pero de la nada desafino porque algo golpea mi cara.

—¡Auch! —Dejo caer el bastón del violín y toco mi rostro adolorido—. ¿Qué pasó?

Observo el violín y veo que una de las cuerdas se rompió.

—Ains.

Hernán:

—Bueno, la tranquilidad terminó.

Mejor me voy.

Amaris:

—¿Cómo hoy a arreglar esto?

En mi momento más relajado tuvo que pasar esto.

Entro de nuevo a la habitación y veo que la pantalla de mi celular brilla. Voy hacia él, y veo un mensaje de Ariadna.

Ariadna
¡Amy! Esa bella melodía de violín venía de tu casa?
Desde aquí pude escucharla

Amaris
Ah, sí. Estaba tocándolo

Ariadna
¡No sabía que tocabas el violín!

—Yo tampoco.

Ariadna
¿Por qué paraste?
La melodía era muy linda :(

Amaris
Es que una de las cuerdas se rompió.

Ariadna
Ay.
Si quieres puedo arreglarla.

Amaris
¿Puedes?

Ariadna
¡Claro!
Mañana a la 13:00 PM voy a tu casa :D

Amaris
Ah, bueno.
Te espero :)

Ariadna
¡Bien! No te quedes dormida~

Dejo el celular y el violín de lado.

—...

No es tan tarde, pero mejor voy a recostarme e intentar dormir.

(...)

Desperté en la mañana por el sonido de unos truenos. Creí que iba a llover, pero no fue así. Ahora son las doce y cuarenta y nueve de la tarde, y me encuentro buscando algo para comer rápido antes de que Ariadna venga. Adoris está encima de la mesa olfateando. Parece que busca más galletas.

—No tengo tanta hambre.

Eso vine diciendo hace días. Apenas almuerzo y ceno. No estoy alimentándome como debería, y sé que eso no es bueno. Agarro unos sándwiches que encontré en la nevera y le doy más galletas a Adoris.

Son las doce y cincuenta y siete, y escucho que tocan la puerta. Voy a abrirla y veo a Ariadna, quién me saluda con un abrazo.

—¡Amy! ¿Cómo estás?

Parece feliz, aunque creo que ya es parte ella.

—¡Hola, Ari! Estoy bien.
—Me alegro. —Me suelta—. ¡Y mira a quien me encontré!

Ariadna se mueve a un costado y trae del brazo a alguien, quien resulta ser Sebastián.

—¿Sebas? —digo.
—Ah, hola, Amaris.
—¿No es genial? Me lo encontré en el camino. Dijo que tenía que venir a verte y vinimos juntos —dice Ariadna.
—En realidad me arrastraste en todo el camino... —le dice Sebas.
—¡Quería venir rápido! En fin, ¿podemos pasar?
—Claro. Pasen —les digo.

El Resplandor de la MagiaWhere stories live. Discover now