1∆ Jodida y locamente enamorada

330 29 9
                                    

Cierro los ojos, y es allá a dónde voy.

-Naima.

Esa voz.

¿Siempre ha sido mi voz o la suya?

-¡Naima!

Un par de manos se aferran a mis hombros, exigen que despierte, aun cuando quiero dejarme ir.

-¡Vamos, mujer!

"Abre los ojos", ordena una parte de mí.

Pero el temor de ver demonios dónde espero hallar ángeles, me obliga a cerrarlos con fuerza, e intentar dejarme ir, porque siempre he renegado del 4 de julio, y esta noche no va a ser la excepción.

-¡Naima!

Esa voz que corta la respiración.

Quizás en otro sueño, detrás del velo, esa misma voz clame mi nombre cubierto de amor.

-¡Mierda! -exclama.

Al instante, mis labios se ven cubiertos por otro par de labios, tan exigentes y sabrosos en su tierno delirio que ya no sé si mi alma ha abandonado tierra firme. Porque, si hubiera sido perdonada por el Cielo, ahora mismo estaría refugiándome en el regazo de mi padre, o ahogándome en el simple reflejo de mi madre. Sin embargo, esto tiene que tratarse del Infierno, porque sólo aquí se hacen realidad los deseos más oscuros, los más sucios. Lucifer no va a obsequiarme una sola gota más de pasión, no lo hará cuando yo misma me he desgastado sin contención, y he maldecido su nombre cada vez que el placer me ha empujado de lleno al abismo.

Aun así, no es el culpable de este amor por el que sufro desde que era una niña y del que no logro desprenderme, porque lo llevo conmigo allá a dónde voy.

-Naima.

-No vuelvas a hacerme esto, amor. -me dice.

-Casi...se le sale el corazón.

Me incorporo sobre la hierba, aunque, pronto estoy expulsando todo contenido sólido de mi estómago.

Odio vomitar.

Asquea al mundo, y a mí misma.

-Déjame llevarte a un hospital.

-¿Qué ha pasado? -pregunto.

-Parece que te desmayaste.

La mansión Larsson en llamas, el cadáver del último heredero a unos cuántos metros de distancia y, este oficial, el único testigo de mis desgracias.

-¡Qué ha hecho!

-Naima. -me llama.

-¿Quién diablos se ha creído que es? No tenía ningún derecho...-lo empujo con todas mis fuerzas haciéndolo caer sobre el césped para montarme encima de él. -¿Es que tiene complejo de héroe? ¿De salvador? -escupo con rabia. Estoy tan enfadada que ni siquiera me detengo a pensar por qué su rostro me resulta tan familiar. -Yo...no necesito que nadie me salve. Ni usted, hombre blanco, ni su Dios. ¡Lo ha arruinado todo!

✨Naima✨Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ