47. Extraños

263 19 44
                                    

"Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti."

-Friedrich Nietzsche

Ese día estaba demasiado feliz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ese día estaba demasiado feliz. La chica separaba la ropa sucia en dos montones; uno con la oscura y otro con la clara mientras canturreaba con entusiasmo. Metió el primer montón en la lavadora y la puso en marcha, sentándose segundos después justo al lado.

Se miró las rodillas llenas de heridas, pero en ese momento nada le importaba. Tenía la púa azul y todo lo demás daba igual. Daban igual las voces, los insultos o los golpes, por fin tenía consigo su amuleto de la suerte y lo que le brindaba una esperanza en el futuro.

Escuchó la madera crujir debajo de unas suelas de zapatos demasiado pesados y se levantó rápidamente,  acomodando su vestido. 

El chico de ojos azabaches se recostó en el marco de la puerta y la observó enarcando una ceja.

—¿Por qué estás tan feliz hoy? —preguntó analizándola de arriba a abajo.

—Es porque he encontrad...

No pudo terminar la oración, ya que él se acercó bruscamente, agarró la cadena que colgaba y se la arrancó, lanzándola al otro extremo del pasillo.

—¿En serio Alyson? —Apretó su cuello con una ligera fuerza —. ¿Me estás jodiendo?

La chica no podía hablar, sus pies estaban suspendidos a una breve distancia del suelo mientras conseguía soltar algún que otro quejido.

—¿Qué coño hacías con eso? —Su rostro estaba tenso y la vena de su cuello hinchada.

Contemplaba con terror al chico que poseía una mirada inyectada en sangre cuando la soltó, haciendo que cayera en un golpe seco y doloroso.

—Lo que va a pasar ahora va a ser culpa tuya. —Se arrodilló frente a ella, cogiendo su mentón para obligarla a mirarle —. Lo que le pase ahora a ese capullo pesará en tu conciencia, por zorra.

La chica le siguió por el pasillo, llevándose las manos al cuello con molestia mientras le veía agarrar su casco, sus llaves y su chupa de cuero.

Eres mía Alyson  —pronunció lleno de odio, escupiendo las palabras con furia —. No lo olvides.

Abrió la puerta y cerró de sopetón.  Ella se acercó,  aporreándola con fuerza y gritando entre lágrimas mientras la madera se teñía de rojo carmesí.


—¡Andrew no! —Desgarro mis cuerdas vocales presa del pánico mientras me incorporo, llevándome las manos al cuello y respirando con dificultad.

La luz de la mesita de noche se enciende y observo a Matt, que me contempla en silencio y con los ojos cristalizados.

Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora