8. Por una buena razón

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"Nadie guarda mejor un secreto que el que lo ignora."

-Geoge Farquhar

-Geoge Farquhar

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Hace dos años

Miré las marcas de mis brazos y piernas lanzando un largo suspiro. El espejo reflejaba mi cansado rostro, lleno de ojeras, sangre y lágrimas. Mi labio estaba hinchado y temblaba, al igual que mis manos, que se apoyaban con dificultad en el lavabo mientras el agua seguía corriendo, ajena a cualquier dificultad. Cerré los ojos.

La había cagado tanto, había sido tan mala y lo había tratado tan mal. Me merecía eso y más. En ese momento me despreciaba, ¿iba a volver o ya se había cansado de mí y de mis estupideces continuas? Era la única persona que me quería, la única que sabía qué era lo mejor para mí y yo sólo le daba motivos para alejarse, para odiarme. Solté un sollozo cuando pasé las manos por mi rostro, limpiando la sangre seca. Me dolía tanto, pero nada se igualaba al dolor que sentía en el pecho, muy dentro, entre las costillas.

¡Te mataré hija de puta!

No he podido pegar ojo, como de costumbre, y debido a esto arrastro mi cuerpo a duras penas por los pasillos del infeliz instituto. La semana comienza de perlas. No he hablado con Leia desde que había salido de mi casa, y ahora me la encuentro en la cafetería sentada al lado de Matthew, riendo. ¿Acaso se ha olvidado de la apuesta y de lo que la hizo o esconde algo más?

Disipo esos pensamientos. Mi amiga no tiene mi mente retorcida, y pensar en posibles maquinaciones carece de sentido. Ella es ella, sin segundas intenciones. Menos por la apuesta, aunque he de admitir que aquello siempre ha sido influencia mía.

Leia, preciosa, nunca me perdonaré por todo lo que te hice antaño.

Me muero de vergüenza cuando el rubio se levanta, gritando mi nombre para llamar mi atención. Lleva una camiseta sin mangas de Nirvana y unas ojeras demasiado profundas para su angelical rostro. Aún así esos ojos no pasan desapercibidos para ningún ser mortal. Todos le miran y luego me miran a mí. 

¿Esas chicas me están poniendo mala cara? Sinceramente me da igual, por lo que hago oídos sordos mientras me sirven una porción de pizza. Mi ignorancia parece no influir en el chico, que sigue gritando mi nombre. Por una maldita vez no me llama friki.

—Deja de andar en las nubes. —Sonríe con malicia cuando dejo la bandeja de mala gana, tomando asiento en la misma mesa que ellos.

—Eres tan desesperante. —Gruño posando mis ojos en Leia.

Doy un pellizco al pan y me lo introduzco en la boca, tan insípido como lo recordaba. Lo muerdo de mala gana, sacando la pajita de su envoltorio y metiéndola en el brick de zumo de naranja, dando un pequeño sorbo que me ayude a tragar la bola de masa que se me ha formado en la garganta. Inco los codos encima de la mesa redonda, a ambos lados de la bandeja esperando a que la espléndida de mi amiga se digne a hablar o al menos a mirarme de vuelta.

Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Where stories live. Discover now