10. Rompiendo las reglas

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"Una persona que se siente culpable, se convierte en su propio verdugo."

-Séneca

La noche está siendo más entretenida de lo que esperaba

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La noche está siendo más entretenida de lo que esperaba. Bailo animadamente con un grupo de gente, entre ellos Kamille y Fred, una pareja que me ha resultado de lo más pastelosa, pero buena gente. Me han invitado a una especie de batido que está lo suficientemente dulce como para que beba demasiado rápido.

No dejo de reír mientras muevo mi cuerpo al ritmo de la música, juntando las caderas con Kam mientras Fred graba un video para subirlo a instagram. Ellos también van a mi instituto; ella, castaña y de piel olivácea, es un año más pequeña que yo, y él, de pelo rizado, alto y con granos, va a mi clase, pero no lo he visto nunca. Tampoco es un chico que destaque mucho, no cuando la presencia de Matt está latente en el ambiente. Llevan dos años juntos, pero siguen en la primera etapa, pegajosos a más no poder.

Noto una mano en mi brazo, que aprieta con fuerza y tira de mí lejos del grupo de amigos que he hecho.

Matt agacha la mirada buscando mis ojos. Su expresión es un claro indicativo de que está molesto, sus labios apretados en una fina linea  y su ceño fruncido delatan su estado de ánimo, al que ya me he acostumbrado en este lapso de tiempo.

—¿Estás borracha? —pregunta con algo de ¿decepción?

—No he bebido alcohol. —Le ofrezco mi bebida, que ya va por la mitad.

Se lleva el vaso a la boca y da un trago. Una tímida sonrisa aparece en su boca, que parece no querer aparecer en el rostro enfadado del rubio.

—Alyson, esto es Baileys. —Niega con la cabeza —. Bebida de gente mayor, como tú.

—¿Qué es eso? —Intento tener de vuelta mi vaso, pero lo aleja de mi alcance rápidamente.

Doy pequeños saltos intentando llegar a mi bebida, pero lo alza lo suficiente para que mis dedos no lleguen ni a rozarlo. Hincho los mofletes y hago un puchero con los labios antes de cruzarme de brazos.

—Es crema de whisky, lo que quiere decir que lleva alcohol.

Abro los ojos con sorpresa, pero no puedo evitar volver a reír ante su expresión.

—Siempre estás serio .—Le regaño, pasando la lengua por mis labios, burlona.

—Las fiestas me aburren. Pero es un secreto.

Desaparece con mi vaso, y yo estoy demasiado ausente como para seguirle entre tanta gente. He bebido, pero no es tan malo, ¿verdad? Me llevo la mano a la cabeza, buscando de vuelta a Kam y a Fred antes de dejar paso a los recuerdos que  me agolpan mientras la opresión en mi pecho se hace más fuerte.


Hace dos años

Ha llegado borracha, John. —Me senté en las escaleras para escuchar la conversación sin que me vieran —. Vomitando.

El tono de mi madre indicaba que estaba preocupada.

Esto no puede seguir así, solo tiene dieciséis años. —Levantó el tono mi padre antes de ser regañado por ella, rogándole que bajara la voz —. Hay que parar esto antes de que sea demasiado tarde.

Andrew no me estaba metiendo en nada. Yo quería hacerlo. Si quería salir con él, tendría que hacerlo.


Salgo al jardín, necesito tomar aire. ¿Por qué he bebido? Otra promesa más que rompo. Intento relajarme, respirar hondo y soltar lentamente el aire. No voy a hacer nada malo, por una noche no pasa nada. Si hubiera venido Leia no me habría dejado hacer nada de esto y  no me carcomería la culpa del ahora y del pasado. Me siento sola mientras arranco varios hierbajos, intentando no romper en llanto y repitiéndome una y otra vez que no es tan malo, que es algo normal y que no va a pasar nada.


Te mataré hija de puta.


El chico del perfume caro se sienta a mi lado, dándome un vaso de agua y lo agradezco. Mientras doy un sorbo me doy cuenta de que a estas horas de la noche no me parece tan irritante, y de hecho es más atractivo de lo que acostumbra a ser de normal, como si brillara en medio del resto. Como si los demás fueran meras estrellas y él la luna. Una luna sexy con un piercing en el labio y una boca apetecible.

—Cuando nos conocimos me tiraste al suelo. —Hincho los mofletes y me cruzo de brazos —. ¿Por qué fuiste tan odioso?

—Sólo quería llamar tú atención. —Sonríe y acaricia mi pelo, revolviéndolo.

Su respuesta tan típica y cliché no me sorprende, al contrario, me revuelve el estómago.

—Pero si no me conocías. —Aparto su mano mientras me peino el cabello con los dedos, volviendo a dejarlo presentable.

Se muerde el piercing del labio, lo que me pone muy nerviosa. Intento no respirar para que su olor no empañe mi juicio. Estoy borracha y no pienso con claridad. Solo quiero sentarme encima suya a horcajadas y levantar su camiseta, pasando la lengua por sus abdominales.

—Quizá más de lo que crees.

—¿Me cantas? —Miro el cielo plagado de estrellas mientras se incorpora, incrédulo.

—¿Ahora?

Asiento con la cabeza clavando mis ojos en sus labios y me sonrojo cuando se muerde, otra vez, el aro. Si sigo contemplándole unos minutos más acabaré haciendo algo de lo que me arrepentiré mañana. Me tumbo cuando empieza  cantar  y cierro los ojos, de los que empiezan a brotar leves lágrimas. El dolor que siento dentro se hace más grande con cada nota que sale de su boca, revolviendo emociones que preferiría guardar en lo más profundo de mi ser. Cuando su mano roza la mía giro la cabeza, encontrándome su rostro mojado, como si sintiera lo mismo que yo. Y aunque los versos duelan, su voz me da paz, me alivia y reconforta del pasado al que no quiero enfrentarme. Intento sonreír cuando él lo hace, apretando el agarre de nuestras manos, como si tratáramos de recordarnos que no estamos solos. Como si su alma pura pudiera comprender a la mía marchita y putrefacta.

—Que paz...

Matthew, tienes la voz más bonita que he escuchado nunca.

Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Where stories live. Discover now