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Angelique se sobresaltó cuando la puerta se abrió y Giovanna entró.

Angelique: Qué susto, parece un embrujo disfrazado así.

Cristiano: Realmente no es tu estilo. - sonrió mirándola.

Giovanna: ¿Qué pasa, Chris, de acuerdo? - lo saludó.

Cristiano: ¿Dónde estabas?

Giovanna: Eso es todo, pero ya me voy, ¿de acuerdo? Voy a ir a una discoteca.

Angelique: Estábamos pensando en lo mismo, ¿quieres ir con nosotros?

Giovana: ¡Belleza! Él asintió con la cabeza.

Cristiano: Ve a buscar tus cosas, nena. - sonrió mirándola.

Angelique lo besó y sonrió ansiosamente mientras subía corriendo las escaleras.


Anahí se sentó a la mesa y sonrió al ver el mismo filete.

Poncho: Um, ya sabes. - sonrió mirándolo.

Ucker: Para que lo veas. - sonrió, arqueando las cejas.

Poncho y Any se sirvieron el arroz con frijoles y pollo y comenzaron a comer.

Ucker: Resultó bien. Los miró con ansiedad.

Any hizo una mueca, y Poncho la imitó, dejando caer el tenedor sobre el plato.

Poncho: Ucker... Eso es salado como el infierno.

Ucker: Oh, no puedo creerlo. Refunfuñó y probó el arroz. - ¡Oh, qué asco!

Poncho: ¡¿Y ahora qué?!

Any: Espera, tengo una idea... ¿Dónde guardas las especias? - Se puso de pie.

Poncho: Bajo el fregadero, mi amor.

Any: Ucker, ¿acabas de poner la sal?

Ucker: Simplemente, ¿verdad?

Any: Oh, así que va a funcionar. - sonrió y recogió las especias.

Puso una pizca de dos de ellos y metió la barbilla rallada.

Any: Señores, ayúdense ahora. - señaló la sartén sonriendo.

Poncho sonrió e hizo lo que le pidió. Cuando se burló del arroz, sonrió encantado y se puso de pie.

Poncho: ¡Mi amor, es muy bueno ahora! -Besó.

Ucker: ¡¿Cómo lo hiciste?!

Any: Oh, estas especias cortan el efecto de la sal, es un truco de cocinero, ¿no lo sabías? - sonrió orgullosa.

Poncho: Honestamente, apenas sabemos para qué sirven estas cosas. -Sonrió.

Ucker: Oh, cualquiera, me casaría contigo si no fueras la novia de mi amigo.

Poncho: Ibas a explotarla, sí. Él sonrió y le dio un beso en la mejilla. - Ven, vamos a comer. Tiró de ella de la mano.

Any sonrió y se sentaron a la mesa comiendo en medio de las bromas.


A la mañana siguiente, Marichello contestó el teléfono y sonrió, reconociendo el número.

Marichello: ¡¿Hija?!

Giovanna: Hola mamá, ¿cómo estás?

Marichello: Bueno, querido, ¿qué hay de ti?

Giovanna: Oh, está bien... Echo de menos mi casa, pero no a mi padre y a mi querida hermanita.

gemelasWhere stories live. Discover now