Los vikingos saltaban al mar para huir de las llamas, pero Chimuelo y tú seguían sin poder moverse.

Comenzaste a mover tu cabeza tratando de liberarte de la soga que te impedía hablar, pero solo lograste lastimarte las mejillas.
De nuevo trataste de liberar tus manos, pero solo lograste zafarte las muñecas causandote bastante dolor.

Tu corazón latía con demasiada fuerza y rapidez, además de que comenzaste a sudar por el calor, tus manos temblaban y sentías una gran presión en el pecho que te hacía querer gritar pero no podías.
El dolor de tus manos era insoportable y el calor de las llamas comenzó a alcanzarte, miraste a Chimuelo que estaba en la misma situación que tú con la única diferencia de que a él no lo dañaba con tanta facilidad el fuego.

Pronto aparecieron las primeras quemaduras en tu piel, quemaduras pequeñas de primer grado pero que dolian hasta el alma. Era aún más difícil asimilar que aquellas quemaduras se producieron en tus manos... Probablemente no podrías moverlas después.

Si es que salían vivos de ahí, claro.

Tu respiración estaba muy agitada, estabas hiper ventilandote por la ansiedad, además de que el fuego consumía todo el oxígeno por lo que la respiración era muchísimo más complicada.

El dragón alfa que tan hostil comportamiento mostraba logró ver a Chimuelo en una nave así que inmediatamente lo consideró un traidor.

Ignoró completamente a Estoico y Bocón, dirigiendo toda su atención a la nave donde ambos estaban y preparándose para lanzar otra gran llamarada.

Por suerte para todos, una explosión se hizo presente justo en la nuca del dragón evitando así que completara su ataque.

Cuando pudiste volver a enfocar tu vista, lo primero que miraste fue a un grupo de dragones volar cerca.

—¿Qué caraj...?—murmuró Estoico.

—¡Miren!, ¡vengo en un dragón!, ¡todos venimos en dragones!—gritó con emoción Patán quien venía montado en un pesadilla monstruosa.

—¡Patapez, haz lo tuyo!

El mencionado dirigió su atención al dragón alfa.

—Tiene ojos pequeños y nariz grande, depende completamente del oído y del olfato. Cola grande y garras afiladas hechas para desgarrar y aplastar, ¡alejense de ellas!

—Muy bien, ¡Brutacio, Brutilda! Distraiganlo, sean irritantes, ¡Patán, Patapez! Hagan ruido para aturdirlo. En cuanto encuentre a Chimuelo y a ________ volveré con ustedes

Todos asintieron, incluso Astrid que venía en un Nader Mortífero junto a Hipo.

Ambos se dirigieron a las naves en llamas buscando a sus objetivos hasta que Chimuelo hizo un ruido distintivo, inmediatamente Hipo se dio cuenta de que ahí estaban.

Al llegar, saltó del dragón cayendo de pie sobre la cubierta en llamas.

—¡Ayuda a los demás!

Astrid asintió dándose la vuelta y alejándose.

En cuanto Hipo se dio cuenta del estado en el que se encontraban tú y Chimuelo solo pudo sentir una apuñalada directamente al corazón.

—¡Ay dioses!

El oji esmeralda se acercó a ti para comenzar a tirar las cuerdas de tu rostro, sin embargo estaban demasiado tensas.
Comenzó a mirar la cubierta hasta que encontró una pequeña daga que aún no había sido alcanzada por las llamas, así que la tomó y con ella logró cortar la cuerda que no te dejaba hablar.

➴ Tenías que ser tú ➶Where stories live. Discover now