43. Regreso a Casa.

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1 de Enero de 1986.

El escandaloso llanto de Vante, estrechado entre los brazos de su padre y con la liebre negra entre sus pies, no era nada acorde con la gigantesca bestia que, todos sabían, residía en él. Índigo fue compasivo y gentil al consolarlo, su expresión serena era una con el océano tras ellos.

El beso que dejó en su frente rompió al cachorro a llorar aún más.

—Te vi en la habitación, te reconocí dormido —explicó secándole el rostro a su hijo—... con Louis —agregó esquivando el fastidio por las malas—. No quise molestarlos. Con sólo verte me sentí mucho mejor.

—¡Papá! Lo siento, lo siento tanto —colgado de su padre, Vante no podía dejar de lloriquear— ¡Te quiero mucho! Eres a quien más admiro. Tú... tu fortaleza ¡Siempre me protegiste, pero yo no sabía! Fui un ingrato. Pero, quiero que seamos libres ¿OK? ¡Libres los dos o no quiero nada!

—Lo somos, hijo —impuso sosteniéndolo por los hombros para calmarlo y verle fijamente—. Somos libres; no permitiré que nadie ponga sobre tus hombros ni los míos lo que no nos corresponde. Ayudaremos, sí, pero aclarando que lo hacemos por voluntad, no por orden divina.

—Sí, sí... —los últimos sollozos cedían en su rostro sonriente— Lo haremos. Lo haremos juntos, papá ¡Porque yo no puedo ir solo! ¡Me da mucho miedo!

—Vante —sonrió compasivo ¿La gran serpiente marina creía que él, ínfimo a su lado, podía protegerlo?—. Confía en ti, eres un gran...

—¡Un gran bebote, papi! —aclaró manos en alto— Sí, soy un monstruo enorme y fuerte, pero no tengo el coraje que tú tienes. No aún. No si voy solo.

—De acuerdo, tranquilo, no voy a dejarte solo, de todos modos —calmó con un último y estrecho abrazo antes de dar un paso al costado. Dirigió la mirada a la liebre—. Louis...

—¡Señor! —de un brinco la liebre se convirtió en el vampiro, ofreciendo una reverencia al Rey.

—No te inclines ante mí —solicitó posando una mano en su hombro—, ni tengas miedo. Tienes que saber que estoy en deuda contigo; Porque en el más oscuro momento de mi vida, cuando Vante supo la verdad y se rebeló contra mí, tus palabras evitaron que me odiara, que su alma se fracturara y oscureciera... Con ello salvaste también mi vida. Fue un momento clave; dejaste espacio para el perdón entre nosotros y evitaste que nos perdiéramos para siempre. Hoy, tras todo este monumental embrollo, más me sorprendo —sonrió gentil al ver fijo en los ojos del vampiro que, tímidamente, alzaba la vista y apartaba su temor— ¿Eres un genio incomprendido, o son tus patas las que te dan tan buena suerte? ¡Porque sinceramente! —rió— ¡No sé cómo sigues vivo tras las veces en pude haberte matado sin pensar!

—Ay —el vampiro sonrió preocupado por el abrazo y el beso que Vante le dejó en la mejilla. Su chico estaba orgulloso de él, mas parecía no comprender que a su padre podía no parecerle del todo bien su afecto— Gracias. Gracias, su majestad.

—No necesito prueba de cuánto amas a mi hijo —Índigo forzó una sonrisa a pesar de sus dientes apretados y el resoplido que escapó por su nariz—. Aunque me ardan las entrañas al admitirlo, puedo dar fe de ello y debo estar agradecido... Estoy eternamente agradecido contigo, Louis, y te debo mis disculpas —ofreció un apretón de manos que Louis vio con preocupación.

—No... no me la va a reventar ¿O sí? —dudó a punto de ofrecer su mano.

—¡No~! —el dragón rió sarcástico. No estaba muy seguro— Pero que sea breve.

—¡Papá! —Vante se pronunció interrumpiendo el momento, emocionado por una "brillante idea"— ¿Puedo ser novio de Louis?

Vante... —El vampiro quiso dar un paso atrás, pero Índigo mantuvo firme el apretón sobre su mano y no lo dejó ir.

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