11. Lupiwis.

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3 de Septiembre de 1985.

Un alma carmesí llenaba la habitación con su aura hechizante. Susurrando dulzuras tras el oído del príncipe, el vampiro no tenía miedo de mostrar su forma humana, nadie podría verlo en la perpetua oscuridad de la noche... Él, en tanto, veía perfectamente el suave palpitar del cuello expuesto de su víctima. Arrimándose a su cuerpo desde la espalda, cubriéndole los ojos con una mano lo acomodó retirando la almohada para tener libre acceso a su nuca, hombro y clavícula por mero gusto.

¿Tan pronto tenía sed? ¿No se había saciado la noche anterior? No era precisamente sangre lo que Louis buscaba al presionar las caderas contra el bello durmiente, al acariciarlo con descaro y repartir besos por su cuello, soltando hábilmente las amarras del pijama para exponer un poco más de piel...

El extenso gemido placentero que escapó de Vante erizó la piel a su "guardián". Lentamente, le estaba permitiendo despertar.

-Los niños buenos no tiran su jarabe por el drenaje -musitó el vampiro suave como la seda tras la oreja del príncipe. Vante se removía apenas abriendo los ojos, embriagado por la nueva sensación que ebullía en su parte baja y lo guiaba dócil a las manos que lo retenían.

-¿Lou... Louis? -balbuceó extendiendo el cuello hacia atrás. Louis lo mordió sin causar heridas, sólo para estimularlo y sentir su piel erizarse a cada toque. Las cejas arqueadas y boca entreabierta del príncipe eran evidencia del placer que lo traía casi jadeando- Eres...

-Índigo te prohíbe ver la forma humana de otros, pero no dijo que no pudieras tocarla -sus colmillos sonrieron con picardía sabiendo que un simple juego de palabras no le salvaría la vida. Se sentía inusualmente valiente aquella noche, valía la pena correr el riesgo.

-¿Qué me haces?

-¿Te gusta?

-Si~

-Relájate, te haré sentir bien... tan bien, Bebé -suspiró dejando besos en su quijada, deslizando la mano bajo la ropa interior del contrario. Vante se llevó un sobresalto, mas no forcejeó, se entregó a la abrumadora ola de placer que le arrancó un gemido más alto. Louis estaba más que satisfecho hundiendo la nariz en su cabello sobre la nuca-. Eso es, muy bien. Déjame enseñarte cosas nuevas, quitarte la inocencia, y así crecerás, dragoncito.

-¿Es p-para ¿Para crecer? -alcanzó a dudar con gran interés, aunque de momento su prioridad estuviese en el placer que lo obligaba a mover sus caderas como si tuvieran vida propia- Siento...

-Todo está bien ¿Quieres más?

-Ajá.

Ameritaba sujetarle el rostro y robarle el beso que antes le fue frustrado; comerle los labios con voracidad, recorrer hasta el último rincón de su boca virgen e inocente... De no ser por un condenado miau que hizo al vampiro entrar en razón de un salto.

No, Agust no estaba ahí o le hubiera cortado la cabeza al conejo por pervertido; fue la consciencia de Louis quien lo despertó de su sueño con aquella maldita jugarreta. El roedor chilló y dio un salto en la cama del susto.

Sólo soñaba, nunca dejó su forma animal.

-¡JODEER! -bramó el dientón rabioso tirándose las orejas, aún exaltado por el caluroso sueño y su abrupto despertar. Había amanecido, la luz del sol llenaba el ambiente y Vante ni siquiera estaba ahí. Miró a todos lados, hallándose solo- ¿No podía disfrutarlo un poco más? -dudó metiéndose bajo las mantas con la esperanza de continuar el sueño. Se quedó quieto unos segundos, mas pronto comenzó a saltar enojado, desordenando la cama; regresar a donde estaba era imposible.

Fue bueno mientras duró. «¿Es muy descabellado querer hacerlo realidad?», dudó saltando por el baño en busca del príncipe. Se detuvo al subir a un banquillo y ver la bañera llena de agua tibia; Vante se había bañado hacía unos minutos, era seguro. «¡Y no estuve aquí para ayudarlo!», rezongó dejando su ridículo "disfraz de conejo vestido" a un lado para meterse al agua.

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