23. Queridos Lunáticos.

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Louis regresó el gato a la cama de Jack al rechazar la idea de compartir el sueño con un psicópata o un sospechoso desconocido que traía fuego en las venas. Convertido en liebre se escabulló entre los brazos de Vante siendo bien recibido.

Paz. Regocijo. Él mismo no hallaba coherencia a la fuerte satisfacción que la cercanía del príncipe le causaba. Como todas sus decisiones, esta se basaba únicamente en sus corazonadas.

Ojalá un día sus instintos roedores le trajeran fortuna, para eso tenía cuatro patas de conejo consigo ¿O no funcionaba así?

Quizá el afortunado era Vante por tenerlo a su lado.

12 de Septiembre de 1985.

10:00 AM.

Como si conciliar el sueño no hubiera sido ya lo suficientemente difícil, Lupi despertó de un brinco con las orejas en alto tras oír un grito y golpes. Parado en dos patas sobre la almohada y girando sus orejas a modo de radar, observó a su alrededor. Su nariz se movía olisqueando peligro.

«¡Vante!», respiró ligeramente aliviado al ver al dragón despertar a su lado, al menos su príncipe estaba a salvo, este no entendía a qué se debía la alarma de su Lupi.

—Espérame aquí —ordenó Louis, convirtiéndose en sombra para aparecer junto a la puerta en su forma humana en un pestañeo—, y despierta a estos dos; algo pasa ahí afuera.

Dar órdenes a un dragón necio era como hablarle a una puerta. Vante no despertó a Agust ni a Jack, se apresuró a vestirse. Fueron sus ruidosas botas las que hicieron bostezar al perezoso gato.

Louis avanzaba cauteloso por la sala sin hallar a nadie. Vio la puerta principal abierta, fuera nada más que perpetua oscuridad... Hasta que lo escuchó claramente; el grito ahogado de su padre forcejeando con algo o alguien. Corrió en su búsqueda sin titubear un instante, siendo su fugaz instinto de vampiro valiente un vil traidor.

Dio un par de pasos en el pórtico, alcanzó a ver a tres hombres amordazar a su padre y este, con la boca cubierta, no alcanzó a prevenirlo. Otros tres vampiros emboscaron al más joven desde sus costados, abalanzándose sobre él lo golpearon contra el suelo, lo arrastraron y sostuvieron sus manos en la espalda.

¿Ser mitad liebre le confería alguna ventaja en su maldita existencia? Para aquella situación; no. El miedo lo paralizó unos segundos. Aunque, quizá, de haber alcanzado a prevenir a Vante para que no saliera de la casa este de todos modos no le hubiera hecho caso.

El dragón llegó y enfureció al unísono, rugiendo tan fuerte que los cristales de cada casa, incluso los de los vehículos, estallaron por su vibración encendiendo las alarmas de varias calles a la redonda.

Agust y Jack no podían seguir durmiendo tras eso ¿O sí?

—¡Métete a la casa! —Tarde, Louis le gritó ganando una patada en la cara.

Los cinco vampiros que trataron de atrapar al cachorro de dragón fueron mártires en una causa colectiva. El primero de ellos recibió un manotazo en la cabeza que lo envió contra el piso como si se lanzara un globo con agua... Estalló. El dragón rabioso perdió la cordura en el fugaz ataque rompiéndoles los huesos como si fueran muñecos de papel, agarrándolos sin más que las manos abiertas por lo primero que alcanzara, clavó los dedos en su carne; el hombro, las costillas y un brazo, lanzándolos contra la escalera de ladrillos tras él.

Se defendía, ciertamente, pero en un barrio repleto de no muertos ¿Era útil? El fétido olor de la sangre vampírica no hacía más que enardecer su cólera y apagar su razón, volviendo su mente vulnerable a la energía carmesí que lo rodeaba como una nube apenas visible, buscando hipnotizarlo.

New WonderlandWhere stories live. Discover now