Capítulo 47 «Quemando el pasado»

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Edward

Hace dos semanas Jane se fue sin mirar atrás.

En la mansión todos me evitan y Lexie apenas ha dicho una palabra cada vez que cenamos. Sus ojos azules ahora me miran con furia y a veces con tristeza. Me recrimina cada una de las cosas que le he hecho a ella y a la institutriz.

No hay peor dolor para una persona que el silencio o la indiferencia de aquella que se ama. El mutismo de mi hija hacia mí duele mucho más que la primera vez.

Debería haberme guiado por mis instintos. En ese entonces, sabía que algo andaba mal con la institutriz, pero las imágenes en mi cabeza no se iban, y las palabras del doctor confirmaron mi más grande temor.

Fue drogada por el Regente ayer en la noche y casi es abusada por él. Estaba bajo el efecto cuando salió hacia la casa de la condesa.

Ese día la traté como el peor ser humano de este mundo, y le dije muchas cosas de las que hoy en día me arrepiento. Aún con mi hosca actitud en la tarde y ella completamente bajo el efecto del éxtasis, fue hasta la casa de la condesa a decirme la verdad. Ella pensó en mí, por encima de una situación traumática que pudo haberle devuelto esas pesadillas de cuando fue raptada.

Golpeo mi frente una y otra vez contra el cristal de la ventana en mi oscura oficina. Fui un tonto. Debería haberla escuchado. Ahora ya es demasiado tarde. Mis problemas de ira han arruinado por completo algo hermoso entre ella y yo. Gruño por lo bajo al ver que no solo fue mi ira. Salgo de la oficina y camino a la habitación donde está lo de Alexia.

Con mucha dificultad bajo a la primera planta los baúles cargados de sus vestidos. Las cajas con joyas, así como todo aquello que le pertenecía.

—¿Qué estás haciendo, muchacho? —inquiere James, al ver que arrastro el último baúl hacia la pira de madera.

—Necesito sacarla.

—Edward, detente.

—James, yo necesito... —Agarra mi brazo y me atrae a su pecho—. Fui un tonto.

—Lo sabemos.

—Debí escucharla primero —musito con voz quebrada.

—Eso también lo sabemos.

—¿Qué voy a hacer, James?

Tomo una larga bocanada, intentando retener las lágrimas que pugnan por salir. Duele mucho.

—Lo primero es calmarte. —Pasa la mano por mi espalda hasta que logro tranquilizarme—. Eso es, muchacho. Mejor sentémonos hasta que te serenes y pienses con más claridad.

—No. —Me alejo y doy dos pasos hacia atrás—. Debo hacer esto.

—Edward, siéntate. —Más que una petición, fue una orden de su parte, así que hago lo que dice y ambos nos acomodamos sobre un baúl caoba—. Esta no es la manera.

—No lo creo.

—¿Sabes lo que dice mi mujer desde el día que nos conocimos? —Niego con la cabeza—. Debes aprender a vivir con tu pasado para que no te alcance en el futuro que deseas para ti. Antes de conocerla, estuve casado. Una enfermedad se la llevó. Me costó años recuperarme. El recuerdo de sus ojos negros nunca se iba de mi mente.

Un frío se asienta en mi estómago.

—Hasta que conociste a Emma —musito.

—Esa mujer puso mi mundo de cabeza por completo. —Sonrío por lo bajo al recordar que Jane hizo lo mismo conmigo—. Tuvimos muchos problemas al principio. Ella venía de una familia conflictiva y yo era un pobre mozo de cuadra que apenas tenía para sobrevivir. Y si le añadimos que el dolor de mi mujer anterior no se iba, ya imaginarás que tipo de escenario vivía.

Final (Por Siempre II )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora