Capítulo 21 «Rastros de sinceridad»

111 17 0
                                    

Jane

La preocupación comenzó a disminuir una vez que el doctor dijo sobre la situación controlada de Edward. Para mañana ya estará completamente recuperado, pero lo ocurrido hoy me hizo entender lo frágiles que podemos ser y lo inútiles que somos si no cuidamos de nosotros.

El doctor me informó que el Duque tiene una severa alergia a las almendras y nueces. Un poco más de tiempo, y no hubiéramos podido hacer nada.

Me estremezco.

—Va a estar bien, hija —insiste mi madre, y yo asiento, pero la preocupación sigue latente dentro de mí.

Estuvo demasiado cerca.

—Fue mi culpa —musito, pero ella niega con la cabeza.

—¿Cómo puedes decir eso si no lo sabías?

—Debería haber preguntado antes de hacer el picnic, mamá —insisto—. Era mi responsabilidad —rebato y paso la mano por mi rostro con irritación—. Yo...

—Cariño —interviene papá y toma mis manos entre las suyas cuando se agacha frente a mí—, no puedes tener ese peso sobre tus hombros cuando no es necesario.

—Pudo costarle la vida a Edward, papá. Yo no sabía que hacer o cómo actuar.

—¿Crees que no lo notamos? —comenta mamá con dulzura y le da un ligero apretón a mi hombro—. Casi te caes en la silla de ruedas por tal de llegar a él mientras lo subíamos al carruaje. Sabemos lo desesperada que estabas, pero ya todo pasó y el duque va a estar bien.

—¿Dónde está? —una voz irritante interrumpe la conversación—. ¿Dónde está el duque?

—No es problema tuyo, Rose —contesto con voz cortante.

Papá se coloca detrás de mí y mi madre a mi lado. El reto de miradas entre la pupila y yo comienza. Ambas elevamos el mentón y cuadramos nuestros hombros. La tensión desciende sobre nosotros en cuestiones de segundos.

—¿Qué se le ofrece, jovencita? —pregunta mi madre con amabilidad.

—Le exijo saber...

—No eres nadie para venir a exigir, Rose —intervengo, hastiada de esta mujer—. Edward está bien. Tuvo un episodio de alergia crónico.

—¿Cómo se le ocurre comer nueces o almendras si sabe que es alérgico?

«Ella sabe», me recrimino en mi interior, pero una punzada de culpa me atraviesa casi al instante. Bueno, ahora yo ya lo sé.

—¿Cómo pasó? —parece genuinamente preocupada, pero es inevitable no bufar.

—No es tu problema, Rose. Él está bien —añado, sin que note el nudo formado en mi garganta—. Es lo único que debes saber.

—Pero...

—Rose, ya te explicaron lo ocurrido y lo que pasará —interviene la condesa al adentrarse en la estancia—. Buenas tardes.

Los tres asentimos hacia Victoria al unísono.

—A nuestros oídos llegó lo ocurrido con Edward. Solo queríamos saber cómo estaba.

—¿Puedo verlo? —insiste la pupila y pongo los ojos en blanco.

—El duque necesita descansar, Rose —insiste la condesa y la pupila carraspea levemente—. ¿Puedo hablar contigo a solas, Jane?

Una batalla de contradicciones se inicia en mi cabeza. Ella y yo no tenemos nada qué hablar y cada vez que lo intentamos, siempre terminamos discutiendo. Mi madre aprieta mi hombro una vez más y ambas nos miramos. Sus ojos grises buscan en los míos lo que quiero hacer y asiente sutilmente al ver la respuesta silenciosa reflejada en ellos. Papá besa mi cabeza al ver que mi madre se aleja en dirección a la puerta.

Final (Por Siempre II )Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin