Capítulo 12 «De tal palo, tal astilla»

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Edward

Estiro los brazos para dejar escapar un poco de tensión de mi cuerpo. Las últimas dos semanas han sido una completa locura. Entre que Jane llegó con una bala en su espalda y una semana después no despertaba, eso me quitó al menos diez años de vida.

Cuando finalmente despertó, el alma me volvió al cuerpo. Ahora la casa es más alegre con ella a mi alrededor. Las protestas comenzaron y mis dolores de cabeza también cuando el doctor dijo que no podía moverse de la cama. Desde ese entonces, su madre duerme con ella en la habitación para evitar que haga alguna locura. William, Erick y Gregory solo se ríen por las locuras de la indomable institutriz.

Como es obvio, William recibió un regaño de su hermana menor, que hasta le hizo bajar la cabeza. ¿Gregory? Bueno, se ha ganado varios coscorrones en la nuca por parte de Amelia. Si ella fuera más alta, le diera en la cabeza. Erick recibe día tras día regañidas de la duquesa. Desde mi ventana, a veces río a carcajadas cuando veo como huye a esconderse si Kate se acerca.

Lexie sonríe mucho más. Y ese sonido es lo que me hace tener esperanza. Si mi hija es feliz con la alocada institutriz, pues nada puedo hacer. Mis labios se curvan en una sonrisa, pero esta desaparece cuando la puerta de mi habitación se abre abruptamente. Los ojos de Murray indican el pan de miedo de cada día.

—No puede ser posible —protesto por lo bajo—. ¿Dónde está?

—No sabemos. Ya hemos buscado en todos lados. Kate aún no comprende cómo no se dio cuenta.

Me levanto de la cama y tomo lo primero que veo para salir de la habitación.

—Estamos hablando de su primogénita, Murray. Le dije a la duquesa que debía descansar, pero no me hizo caso. Ahora, hay que rastrear a Jane hasta debajo de las piedras porque volvió a escabullirse.

Bajamos los escalones lo más rápido que podemos. Gregory, Erick y William detienen nuestros pasos.

—Ya la encontraron en las caballerizas —explica el mayor de los Warner.

—No me digas que intentó montar a Zafiro de nuevo —protesta Murray en tono agotado—. Te juro que no sé de dónde saca la fuerza para salir por la puerta con las muletas sin que nadie la vea o la escuche.

—Si el doctor no se apresura, Kate va a terminar con problemas del corazón —comenta Erick con diversión, ganándose una mirada peligrosa por parte del duque.

A lo lejos, escuchamos los regaños de Kate hacia su hija.

—Creo que será mejor salir por la cocina —interviene Thiago, mientras se acerca con cara de terror y sacude su cuerpo—. Si quieren que sus oídos sangren, entren a la sala de estar durante un minuto. Ese tiempo será suficiente.

Los cinco reímos a carcajadas mientras nos dirigimos a la cocina.

—Buenos días, muchachos —saluda Amelia mientras deja una bandeja con pan y queso en la mesa.

—Buenos días, bella mía —responde Gregory con coquetería, pero frunce el ceño—. ¿Qué es ese olor?

La joven detiene sus pasos y carraspea levemente antes de seguir con sus quehaceres.

—En un momento llevamos el desayuno a la...

—Podemos hacerlo aquí —Thiago interrumpe las palabras de su Amelia, y ella asiente casi imperceptible—. ¿Hay algún problema con eso, Ed?

Niego con la cabeza y aprieto los labios al ver como el oficial sigue con la mirada a la hermana de mi mejor amigo hasta que ella sale de la cocina con paso veloz.

Final (Por Siempre II )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora