Capítulo 10 «Agotado de luchar»

149 26 2
                                    

Edward

Arropo a Lexie en su cama y dejo escapar un largo suspiro. Creí que enfermaría de tanto llorar. Mi pecho se oprime por el recuerdo de sus gritos desgarradores y sus piernas golpeándome para regresar con Jane. El miedo que me atravesó fue inefable. La impotencia que sentí en ese momento al no saber qué hacer me volvió loco. Quería estar con Jane, sabía que estaba en peligro. Y cuando entró el doctor con Amelia, sabía que algo malo estaba pasando, pero Lexie me necesitaba. Tenía que ser fuerte por los dos.

«Tengo que ser fuerte», me lo repetí muchas veces.

El doctor no supo explicar qué pasó, pero lo que si me dejó claro es que casi la perdemos.

—¿Ya está mejor? —pregunta Gregory cuando llego a la sala de estar.

—Lexie logró dormir y, parece que Jane pasará esto si no surgen más problemas. ¿Cómo está tu mano?

—Eso es algo normal —comenta mirando sus nudillos magullados con orgullo.

Su sonrisa se amplía cuando Amelia entra en la estancia, pero sus labios se fruncen en una mueca de desagrado cuando ella se sienta a mi lado y coloca su cabeza en mi hombro.

—Estoy agotada —musita.

—Hiciste un buen trabajo. Te agradezco por ayudarme con el golpe en el rostro.

—¿Gregory, estás bien? —inquiere Amelia con el ceño fruncido.

—¿Por qué preguntas, bella mía?

—Agradecer no es normal viniendo de ti. Creo que el golpe de William te hizo mucho daño. ¿Y tú por qué me dices bella mía?

—Porque eres hermosa —rebate el oficial y mi amiga resopla—. Estoy diciendo la verdad. ¡Lo juro!

—Edward, voy a descansar. Estoy demasiado agotada.

—Ve, tranquila. —Beso su cabeza, y ella se levanta, pero sus piernas le fallan y Gregory la toma en brazos con rapidez. A pesar del cansancio en el rostro del oficial, una leve sonrisa se forma en los labios cuando sus ojos recaen en ella.

—¿Qué haces? —protesta Amelia, casi en susurros, pero descansa su cabeza en el hombro de Gregory mientras este niega con la cabeza.

—¿Qué le pasa? —salta Thiago al ver a su hermana en los brazos de Willmort.

—Sólo está agotada —explica el oficial—. Yo me encargo. ¿Puedes guiarme a su habitación?

Ambos salen de la sala de estar con una batalla de miradas. Niego con la cabeza sin dejar de mirar el fuego crepitar en la chimenea. Me recuesto del espaldar mientras cierro los párpados para descansar la vista. Algo con peso cae a mi lado derecho y abro los ojos, pero sin moverme de lugar.

—Lo siento mucho, Edward.

—Nada de esto fue tu culpa, William.

—Sí, fue mi culpa —lamenta pesaroso—. Llegué tarde y Jane casi muere. El infiltrado que tenemos en el cuartel, además de Gregory, me dio aviso, pero no llegué a tiempo.

—No digas estupideces, Warner —interviene una tercera voz.

—¿Qué haces levantado? ¿Estás loco, Erick? Tu herida puede abrirse —le reprendo, pero este se encoje de hombros. Se acerca a nosotros y con lentitud se sienta a mi izquierda.

—Estar mucho tiempo acostado me da dolor de espalda —contesta en un murmullo, y los tres exhalamos al mismo tiempo—. ¿Cómo está Jane?

—Parece que todo bien —contesto por lo bajo.

Final (Por Siempre II )حيث تعيش القصص. اكتشف الآن