Capítulo 30 «Di que sí»

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Edward

Abro los ojos en alerta cuando salgo se remueve en mis brazos. Frunzo los ojos intentando ver dónde estoy, pero me relajo al ver el cuerpo de Jane acurrucado junto al mío. Debo tomar todo mi autocontrol y separarme de ella. La casa de campaña en mis pantalones ya comienza a incomodarme. Reemplazo un almohadón por mi brazo debajo de su cabeza y aprieto los labios cuando se remueve, pero respiro en paz al escuchar su lenta y constante respiración.

Al acercarme a la puerta, me quedo embobado observándola. Su silueta se ilumina por la luz de la luna que atraviesa las ventanas abiertas. Sacudo mi cabeza y abro la puerta. Tomo una manta en la mesa cerca de mí y cubro a Jane con ella para tomarla en mis brazos.

La oscuridad de los pasillos es suficiente para cubrirnos, pero trago en seco cuando unos ojos verdes me observan en lo alto de la escalera. Un leve asentimiento de su cabeza indica que todo está bien y puedo seguir mi camino. Después de dejar a la institutriz en su habitación, la miro por unos minutos antes de abrir las ventanas de su habitación y cerrar la puerta con cuidado.

—Estuve a punto de pensar que había escapado de nuevo —dice a mi lado mientras bajamos las escaleras.

—Estoy preocupado por ella, Erick. —Al adentrarnos en el hall, nos acercamos a los ventanales.

—Si estás hablando de Jane, no te preocupes. Ella es fuer...

—¿Sabías que lo ocurrido a ella hace más de un año no fue su única vez?

—¿Qué me estás diciendo? —pregunta con premura.

—Me dijo ayer que había tenido la misma experiencia que Amelia en una biblioteca.

—Santo Dios. —Erick cierra los ojos con fuerza y niega con la cabeza—. Por eso escapó de palacio la primera vez. ¿Por qué no dijo nada? ¿Sabes quién fue?

—No creo que sea fácil contar algo tan aberrante como eso, compañero.

—Voy a matar al desgraciado por haberle hecho eso —añade con voz atemorizante.

—Si lo dejo con vida cuando sepa quién es, podrás matarlo y desaparecerlo si lo deseas.

—Oh, por Dios. —Erick cubre su boca para disminuir el sonido de sus sollozos. Por primera vez, veo al chico coqueto completamente devastado—. ¿Cómo...? ¿Cómo no me di cuenta?

—Erick...

—Debería haberla cuidado. Era mi...

—Erick, escúchame. —Lo tomo por el brazo y lo giro hacia mí. Mi corazón se rompe en pedazos cuando veo sus ojos verdes cristalizados por las lágrimas que comienzan a salir—. No puedes culparte. Jane y tú deben aprender que no pueden tener el control de todo.

—Pero era mi responsabilidad, Edward —insiste con voz quebrada, golpeando su pecho, y le abrazo con fuerza.

«Pobre muchacho», digo mentalmente mientras paso la mano por su espalda. Lo acerco más a mí cuando escucho sus gritos de dolor. Sabía que Jane y él eran cercanos, pero no imaginé qué tanto.

—Yo... yo...

—Hiciste lo que pudiste. Ella salió de palacio, la encontraste. Volvió a desaparecer y la localizaste antes que fuera demasiado tarde. —Lo alejo de mí y tomo su rostro entristecido entre mis manos—. Hiciste más por ella que todos nosotros juntos, Erick.

—¿Por qué, a pesar de todos mis... mis esfuerzos, siento que... le fallé a ella o a los duques? —Sorbe su enrojecida nariz y niego con la cabeza.

—Nunca digas eso. Sin importar lo ocurrido, no he visto a ninguno de ellos reclamarte o decirte que hiciste un mal trabajo. Al contrario. Kate y Murray te adoran porque saben que darías tu vida por ella. Si yo fuera Jane, te podría caer a golpes por decir tonterías. No podrían haberle encargado este trabajo a alguien mejor que tú porque no existe.

Final (Por Siempre II )Where stories live. Discover now