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– ¡Ni siquiera son de está escuela!

Fue lo que logro escuchar del otro lado de la puerta, se hizo pequeña al recibir una mirada de su madre a un lado de ella, y su estado no mejoro cuando escucho los firmes pasos de su padre en el piso recién lavado.

– ¿Que pasa Sakura? – pregunto a su esposa cuando llegó hasta donde hace un momento estaban sentadas.

Su madre se acercó a el, mientras ella trataba de escuchar lo que seguían diciendo dentro de la oficina.

– Debería llamar a la policía...

Logró decifrar de los murmullos que escuchaba, rápidamente se levantó, tratando de alcanzar la manija y abrir la puerta de una vez por todas.

– No vas a ningún lado Sarada – la detuvo su madre tomandola de la muñeca.

– Pero-

– ¡Sakura-chan!

La interrumpió una tercera persona, un hombre tan alto como su padre, espalda ancha y una hermosa piel bronceada, hacia años que no veía a ese hombre.

– Naruto, que alegría verte – se acercó su madre, abrazándolo aún con ella en su mano, no entendía a su madre, tenía una enorme fuerza siendo una mujer tan esbelta.

– Sakura-chan, te he extrañado mucho, temia que te hicieras vieja pero sigues igual de bonita – halago con una sonrisa de oreja a oreja, amaba a esa mujer tanto como al Uchiha.

Ella volteo rápidamente a ver a su padre, pero el no se mostró molesto, al contrario parecía contento al ver a su madre hablar tan animadamente con el Uzumaki.

¿Su padre había ido por el al aeropuerto? Tal vez su junta en realidad se trataba de presumirle al Uzumaki el traje nuevo que portaba, siendo este un regalo de su madre.

– Sarada-chan... Pero si te has convertido en toda una mujer – se inclino a ella tomandola en un abrazo cálido.
Ella se sonrojo inmediatamente, su colonia se había impregnado en su nariz, olia terriblemente bien, además que podía sentir sus trabajados brazos en su espalda y cintura perfectamente.

Luego miro a su padre y lo escaneo de arriba a abajo... ¡Era igual a el, nunca se había dado cuenta hasta ese día!
Hasta en altura estaban a la par, exceptuando por sus rasgos distintivos claro.

En ese momento la puerta fue abierta, mostrando la imagen de los dos chicos totalmente golpeados.
Boruto tenía un labio roto y Kawaki un ojo morado, además de pequeños golpes en sus mejillas.

– ¿Papá? ¿Que haces aquí? – dijo el de ojos azules, muy sorprendido, luego su expresión confundida se transformó en una molesta, fastidiado, la presencia de su padre no mejoraba su estado de ánimo.

– Señor Uzumaki... – hablo suavemente el teñido, avergonzado de que lo viera así se inclino en una reverencia pronunciada, realmente apreciaba al padre de Boruto.
Lo consideraba más su padre que el borracho que habitaba su hogar.

– Estos niños... – suspiro tallandose su rostro con una de sus manos, después de haberse separado de la chica.

– Kawaki... – Sarada rápidamente se safo de su madre en un descuido y se acercó a el, instintivamente llevando una mano a su cara, congelándose al verse en el centro de la situación una vez más.

– Tch – dejo salir de sus labios, caminando a la salida, molesto por la situación, su mejor amiga y amigo estaban en una relación extraña, habían vivido un hecho difícil para ellos, y el se había enterado por un mensaje de la mejor amiga de Sarada.

¿Era todo lo que se merecía después de tantos años de amistad?

– Ese niño es un caprichoso... – murmuro viendo a su hijo caminar con la cabeza agachada. – ¿Te llevo a casa Kawaki? – sonrió alborotando aún más su cabello rebelde.

La vida no es tan mierda cuando estás aquí   (SasuSaku) Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon