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La noche anterior había hablado con el rubio sobre hacer algo que diera más plata.
También hablaron con el Hatake en el descanso que Sasuke disponía, el hombre no dijo mucho, sabía que eran jóvenes con hambre de algo más.

Lo entendía y lo comprendía a la perfección, pero empezar una empresa desde cero, siendo apenas unos chiquillos se le hacía muy ambicioso, aún para el joven Uchiha, quien en esos meses de trabajo lo había llegado a conocer más, y sabía que esa loca idea no era para el, sino para la joven pelirrosa que un día había llegado a ver por casualidad.

Sonrió de lado, dios, estaba poniendo todo en unos ojos azules confiados y temerarios.

- Invertiré el 60% depende de ustedes conseguir clientes y... - suspiro ante las miradas emocionadas de los jóvenes - Los pondré en contacto con un... amigo que se especializa en ventas e inversiones, tal vez pueda mandar a algunos de sus clientes a esta cosa suya... Y no se, ver qué sale - sonrió tomando un sorbo de su café, viendo como los jóvenes saltaban de sus asientos, todavía incrédulos de que el Hatake haya aceptado.

- Lo conseguimos... ¡Lo conseguimos, idiota! - celebro el rubio, corriendo por todo el establecimiento, emocionado e eufórico, el Uchiha solo estaba ahí de pie con las mejillas sonrojadas y los ojos alucinados con la idea de un nuevo comienzo.

El Hatake guardo mentalmente esa imagen, no podía evitar guardarle cariño a ese niño con las esperanzas destruidas.

Tal vez podría aportar el 70% solo tal vez.

Al contarle a Sakura solo pudo saltar a sus brazos emocionados, era una loca idea, muy arriesgada, típica del amigo que hace tan solo unos meses conocía, pero que se sentía que podía confiarle su vida y la de su familia.

Pasaron dos semanas cuando alquilaron un edificio mediano, pusieron unos escritorios y conectaron algunos teléfonos fijos para comenzar a atraer clientes a su nueva empresa, que ni bien lucia, pero la apariencia se la dejarían al Hatake.

En tres semanas habían conseguido restaurar ese edificio desgastado y que a nada se los vendieron, si bien tenía buena pinta, aún no conseguían clientes recurrentes.
Desgastandolos, aún con sus antiguos empleos, pues si sueño aventurero, no rendía frutos como querían.

- Es difícil, más porque son novatos y empezaron hace un mes y medio, es normal que esto pase, no se desanimen - finalizo el hombre de cabello plateado, poniéndose sus gafas de sol, agitando la cabeza en dirección al azabache en señal de que debía ir y transportarlo hacia sus juntas.

- Lo lograremos, solo hay que esperar - sorpresivamente, ahora el Uchiha quien animaba al rubio.

Lo que, sinceramente, solo pudo sonreír asintiendo.

El camino era transitado, con muy pocos baches que había aprendido a esquivar, escuchaba al peliplata hablar por teléfono, sobre una nueva marca, modelos jóvenes, que poco le importaba.

Miraba el camino pensando en qué si algún día lograría más, tener más para su familia, ser más.

Suspiro pisando el acelerador lentamente, viendo la hora en el estéreo, se les hacía tarde para su junta de las 8:30pm.
El Hatake se removió en su lugar, sintiendo el cambio de velocidad de su chófer, aclaro la garganta volviendo a hablar como si nada. Aunque estaba preocupado por un extraño presentimiento.

Mientras la velocidad del auto solo iba en aumento, el peliplata confundido volteo a ver al Uchiha, este freno de golpe en frente del edificio donde sería su junta.

No pudo evitar suspirar aliviado, pensaba que moriría.

– ...No te molestes, bajaré yo – se apresuró a decir saliendo del auto, confundiendo al Uchiha, este bajo la ventanilla al ver qué el peliplata se lo indicaba. – ¿Por qué no te vas a casa temprano? Ve con tu mujer, llamaré a un taxi – dijo sacando su celular, ignorando completamente la hora en este.

La vida no es tan mierda cuando estás aquí   (SasuSaku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora