25) Planeación

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Hora de la acción.

Cuando todos los exámenes concluyeron, el castillo se sumió en una gran tranquilidad, los alumnos descansaban todo el día, ya que de igual modo las clases habían concluido, así que la mayoría prefirió pasar su tiempo en las afueras del castillo, disfrutando el sol por el inicio del verano.

-Fue más sencillo de lo que se esperaba- soltó Daphne, caminando con Izar, sus amigos más lejos charlando entre ellos.
-No me sorprende, todo lo que se enseña en primer año es básico, podría pasar esos exámenes con los ojos cerrados-
-Tan arrogante, señor Black- se burló Daphne, golpeando su hombro con el suyo.
-No es arrogancia, es confianza- soltó Izar, su sonrisa condescendiente traicionando sus palabras.
-Como sea- suspiro Daphne divertida -Puede que haya sido muy fácil para ti y sin embargo, aún salí mejor que tú en muchas materias-
-Eso fue porque mi humilde yo te lo permite- suspiro Izar de forma dramática, como si le ofendiera que Daphne pensara eso.
-¿Es eso así?-
-Desde luego, después de todo, soy mejor-
-La altanería no le gusta a las señoritas, Señor Black-
-A mí me parece que es lo contrario, Señora Greengrass- soltó, ambos viéndose a los ojos con desafío y un fuerte impulso por unir sus labios, después de todo, la pubertad siempre llego antes en los magos, que en su contraparte Muggle.
Sin embargo, su lindo momento se vio interrumpido abruptamente por unas voces apresuradas que los distrajeron, ambos viendo a Potter y sus amigos corriendo, el cabeza de cicatriz parecía realmente preocupado y se preguntaban que estaban haciendo.
-Bueno, sabemos que Potter siempre trae problemas- llamo Blaise, llegando con el resto ante ellos.
-Tal vez deberíamos seguirlos, fuera de los rumores anteriores, no ha habido actividad- asintió Theo, impaciente por un poco de acción. Y era cierto, hace unos días, específicamente después de la pequeña excursion que había tenido Izar en el bosque prohibido, el rumor sobre como Quirrell había aparecido en la enfermería con ambos brazos fracturados de una forma horrible se había esparcido con rapidez, al parecer unos niños de tercer año lo habían visto en la ala medica la mañana siguiente y comentaron rápidamente lo que habían visto. Por lo escuchado, no se sabía exactamente quién o que había provocado las lesiones del tartamudo profesor, pero se sabía que había sido causado por una de las magias negras más viles que había, era impensable que algún alumno lo pudiera lograr, así que se especuló que el atacante había sido el vampiro al que tanto le temía Quirrell y del cual había escapado milagrosamente, con un sin fin de teorías más, los niños eran muy creativos para ese tipo de cosas, y aún que a todos les pareció un montón de rumores, aún era cierto que Quirrell ni siquiera se había presentado a dar las clases finales o a realizar los exámenes, en su defecto los había tenido que supervisar McGonagall, los niños simplemente habían llenado un examen teórico, nada realmente difícil.

Todos se vieron en silencio, llegando a un acuerdo unanime, comenzando a correr atrás de Potter y sus amigos.
Vieron como el trio de leones llegaron ante el guardabosques, quién yahacia sentado en un sillón a las afueras de su cabaña, con los pantalones y las mangas de su enorme camisa remangada, mientras el medio gigante desgranaba guisantes en un enorme recipiente.
La charla pareció durar unos instantes, cunado la cara de los niños palidecia considerablemente, todos comenzando a correr de regreso al castillo, las pequeñas serpientes volviendo a seguirlos con cuidado.
Entrando en el Castillo, los niños parecieron muy desorientados mientras buscaban algo, hasta que fueron detenidos por McGonagall y la multitud de serpientes se detenía a la vuelta de la esquina, en buena posición para escuchar lo que se decía.
-Profesora, se trata de la Piedra Filosofal...- soltó un Harry medio desesperado, Izar y sus amigos se voltearon a ver entre ellos, la información confirmada cuando se dieron cuenta que la profesora McGonagall no se esperaba eso, a su vez, dando la confirmación necesaria con su cambio bruzco de emociones.
-Cómo es que saben...- farfullo la profesora McGonagall, al parecer muy incrédula de que los niños lo hubieran descubierto.
-Profesora, creo que... se... que sna... que alguien va a tratar de robar la Piedra. Tengo que hablar con el profesor Dumbledore- pidió Harry lentamente, el pequeño desliz de lengua no pasando desapercibido para nadie.
La profesora lo miró impresionada y suspicaz al niño y sus amigos, quienes hasta el momento se habían quedado en un rotundo silencio, viendo mudos la interacción.
-El profesor Dumbledore regresará mañana- soltó finalmente la estricta mujer. -No sé cómo han descubierto lo de la Piedra, pero quédense tranquilos. Nadie puede robarla, está demasiado bien protegida- explico McGonagall, asintiendo con seguridad.
-Pero profesora...- incio Harry pero fue rápidamente cortado por McGonagall, quien comenzaba a irritarse.
Ignorando lo demás que se dijo, la mente de los niños comenzó a correr, ¿Cuánta información poseia Potter? Había quedado más que claro que sabía más cosas que ellos, no que los sorprendiera, a Potter y sus amigos les habían dado todas las pistas, contrario a ellos, quienes habían ido recogiendo fragmentos a lo largo del periodo escolar, Potter y nuevamente, sus amigos, como sus únicas fuentes de información "confiables".
-Sera está noche- escucharon a Harry llamar a sus amigos, entonces volvieron a prestar atención, atentos a lo que se diría.
-Snape pasara por la trampilla esta noche- dijo Harry convencido a sus amigos y continuaron hablando, pero se callaron de repente y la razón quedó clara cuando vieron a Snape dar la vuelta, dedicando una mirada condescendiente a las tres crías de león.

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