17)Francia

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-Divros-
El hermoso colgante que sostuvo en sus manos brillo segadoramente, sintiendo un familiar tirón desde su ombligo, que lo arrastraba atraves de un pequeño vórtice.
Había recibido un traslador por parte de su abuela para llegar a la mansión de los Rosier en Francia, solo sus trasladores eran capaces de atravesar las barreras, por lo que no podría llegar por sus propios medios, era un método algo ilegal realizar trasladores que te transportarán a otro país sin registrarte en el ministerio de dicho país, sin embargo eso no les importaba.
Con un crujido audible, pudo divisar una hermosa sala, con adornos muy costosos y elegantes. Era muy opuesto en cuanto a la mansión principal de Black, donde los adornos, aún que extremadamente elegantes, tenían una aura espeluznante y todo el lugar era oscuro y con poca luz.
-Izar- una suave atrajo su atención, se dio la vuelta para quedar cara a cara con una mujer que no parecía muy mayor, tenía rasgos finos y elegantes, su cabello negro con mechones blancos envueltos en un moño, no había duda de que había sido una completa belleza en su juventud.
-Abuela, es bueno verte- asintió, inclinándose para abrazar a la mujer.
-Y es bueno que estés aquí. Has crecido mucho y tú poder mágico es simplemente alucinante, las barreras se pusieron como locas con tu llegada- se burló, viendo con una sonrisa dulce a su nieto. -Lamento el aviso tan repentino que se hizo, las cosas pasaron tan espontáneamente- Murmuró, su vista nublada por unos segundos.
-Twinky te llevará a tu habitación, por favor, baja en una hora para la comida- un chasquido se hizo audible y un elfo apareció, haciendo una enorme reverencia.
-Por favor, el joven maestro acompañe a Twinky-
Acompañando al elfo, un escalofrío recorrió toda su espalda, el sudor frío comenzando a salir, su abuela era una mujer peligrosa, eso le había quedado bastante claro. La forma en que lo había saludado tan repentinamente habia sido la confirmación que no necesitaba. Ella estaba atrás de el y no la había sentido, de ser un enemigo, lo pudo haber eliminado fácilmente y el nunca se hubiera dado cuenta. Supuso que la mujer esperaba específicamente ahí, si hubiera sido alguien más que el invitado esperado, las cosas no hubieran terminado para nada bien, también pudo haber sido por sus palabras anteriores, su poder mágico alertaron a las barreras, lo cual la puso en guardia a su vez, nuevamente, si hubiera sido alguien más, no hubiera terminado tan bien. Apartir de hoy debía pensar en formas de esconder su poder mágico como lo había hecho, estaba seguro de que la mujer tenía un poder sobresaliente y sin embargo no lo sintió, en ningún momento.
Esconder el poder mágico fue una hazaña que muy pocos lograron hacer, se necesitaba una sintonía muy difícil con tu propia magia y tener un control casi perfecto, no solo era algo muy difícil, también muy peligroso. Era como tener una gaseosa, si lo agitabas de más y aún así mantenías la tapa, podía explotar.

La habitación a la que fue conducido era muy elegante y espaciosa, sin embargo no fue una habitación de invitados como se esperaba y los engranajes de su cabeza comenzaron a girar, preguntándose que pasaba aquí.

Caminando en silencio, se había puesto su mejor atuendo, sus túnicas negras con adornos plateados ondeando con elegancia, estaba apunto de conocer al resto de la familia Rosier y debía mantener su imagen como heredero de la familia Black.
Al entrar al comedor, pudo divisar una enorme mesa de madera pulida, en la cual, más de 50 personas se sentaron, todos vestidos de forma elegante, en la cabeza, su abuela se mantuvo en silencio, una mirada seria en su rostro.
-Izar- saludo cuando notó su presencia, un brillo cruzando sus ojos.
-Abuela, lamento llegar tarde- se inclino levemente, una mirada analítica observando todo, de hecho sabia que no había llegado tarde, llegó justo en el momento que se indico, pero ¿Por qué ya todos estaban listos y en la mesa?.
-No te preocupes- lo despidió con una mano, deliberadamente había hecho que Black llegara un poco después de que todos tomarán asiento, algo que le había quedado claro al niño.
-Por favor, Izar. Toma asiento- invito, señalando una silla que estaba a su costado derecho.
Izar se congelo en su lugar, al igual que el resto, todos con asombro y asombro en sus ojos, una fuerte declaración sin pronunciarse después de que lo invito a sentarse.
Los ojos de Black, levemente abiertos, volvieron rápidamente a la normalidad, evitando con todas sus fuerzas no sonreír con maldad, sabía a dónde iba esto y realmente le estaba gustando.
Tomando asiento, todos los ojos se mantuvieron puestos en el, llenos de asombró.
La comida se sirvió al instante, los platos llenos comenzando a aparecer, dando inicio al banquete, antes de que alguien pudiera cuestionar algo.

The Black House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora