Capítulo 11

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Eren; recuerdo.

Mi coraje se volvió inmenso cuando me dirigí a la habitación de nuestro rival y se hallaba vacía, se lo habían llevado antes de que nosotros lo hiciéramos. Sentía la vena de mi cuello palpitar con intensidad, tenía los puños tan apretados que mis nudillos se veían casi blancos.

A mi alrededor solamente resonaban disparos impactando entre todos esos hombres, mientras que yo sentía la ira consumir cada parte de mi ser.

Se suponía que yo mismo había venido por ese maldito para atraparlo de una vez, y el imbécil escapó de nuevo.

Uno de mis hombres más leales murió frente a mis ojos por haber sido impactado por una bala que se dirigía hacia mí, y ya podía hacerme una idea de cuantos más también se fueron por ese camino. Todo se fue a la mierda por el maldito soplón entre nosotros, solo tenía claro que lo atraparía y yo mismo me encargaría de hacer de sus últimos momentos una completa mierda, se arrepentiría de tan siquiera haber nacido.

Con la vista nublada por la rabia inundándome, me conduje hasta uno de los cambiadores del hospital que Zeke mencionó que nadie iría por lo lejanos que se encontraban. Ahora lo primordial era buscar la forma de contactarme con mi hermano para pedir refuerzos, yo no iba a morir en medio de un estúpido tiroteo, antes yo mismo me daba un tiro en las sienes.

Pude escuchar unos pasos detrás de mí, volteé en cuestión de segundos, encontrando a un hombre apuntándome y al parecer dudando de si disparar o no, seguro se debía a que su jefe me pidió vivo.

Sin pensar mucho saqué mi arma con rapidez y disparé justo entre sus ojos, pero eso tampoco calmó mi cólera. Sentía que en cualquier instante iba a explotar de la impotencia, incluso mi cabeza comenzó a palpitar por las emociones que se mezclaban de mala manera en mi interior. Nunca en toda mi vida había sentido tanta furia tal cual ahora.

Seguí caminando a donde tenía planeado llegar, Zeke tenía toda la razón al decir que nadie vendría a este lugar, tan solo el pasillo estaba completamente desierto.

Comencé a conectar el radio cuando estuve dentro de los dichosos cambiadores, aunque al final esta acción fue interrumpida. Escuché un leve sollozo en el mismo cuarto, a lo que de inmediato me puse alerta, apagando la radio y sacando el arma con la intención de asesinar a quien sea que pretendiera hacerme lo mismo.

De algún modo, la ira abandonó mi cuerpo cuando percibí a una persona con su cabeza pegada a las rodillas. Hice un ruido al chocar mi pie con un vaso, haciendo que el contrario levantara el rostro, mostrándome sus ojos llenos de lágrimas. Noté como iba a gritar, sin embargo, me lancé hacia él, tapando su boca con un poco de fuerza.

Ahora, con quien parecía ser un doctor tan cerca de mí, me permitía apreciar el atrayente rostro del mismo. Sus ojos azules no dejaban de ser lindos a pesar de estar húmedos, sus cabellos azabaches estaban despeinados y su piel blanca hacía un hermoso contraste, no obstante, esa mirada de miedo de alguna manera me causaba tristeza. Sonreí cálidamente intentando darle a entender que no le haría daño, lo que pareció hacerlo respirar con normalidad de nuevo.

-No te haré daño, te ayudaré. Pero me pagarás en un futuro-Musité en voz baja.

Claro que se las cobraría. Alguien tan hermoso como él, no se hallaba en cualquier lugar, y era literalmente el tipo de persona que te atrae, de tal modo que dices "no puedo dejarlo ir", y no lo haría del todo.

Con cuidado quite mis palmas de su boca, limpiando con suavidad las gotas que manchaban sus bonitas mejillas. Lo ayudé a levantarse y lo puse detrás de mi cuerpo, tomando su mano con la intención de llevarlo a un sitio seguro. Lo llevaría a uno de los almacenes que Zeke también aseguró ser seguro, pues ahí además había un pequeño cuarto donde podría esconderse mientras todo terminaba.

In the hands of the enemy. (EreRi)Where stories live. Discover now