Capítulo 10

147 24 39
                                    

El agua corría con una lentitud paciente sobre toda mi anatomía, mezclando mi calor corporal con su frialdad inminente.

Ni siquiera con este relajante tiempo podía sacar de mi cabeza a Jaeger, y ahora mucho menos después de lo que Zeke vino a contarme una noche atrás.

Mis sentimientos estaban a flor de piel, me hacían temblar de emoción y angustia continúa.

Aunque no me permitiera confesar lo mucho que amaba al mafioso, no podía evitar dejar de sentir esa sensación de satisfacción de saber que también puedo ser alguien especial en su vida. La simple idea que no había confirmado todavía, me hacía tener que pellizcarme para poder recordar que esto realmente está sucediendo.

No obstante, no todo era felicidad.

Me sentía feliz de haberme quedado aquí y no dejar de lado a Eren, pero, por otro lado, aunque en un dado momento creí que probablemente ya nadie me buscaba, llegó el fugaz pensamiento de que quizás alguien lo hacía.

Quería a Eren de una manera demasiado increíble, sin embargo, no existía nada entre ambos y dudablemente habría algo en un futuro. Entonces con esto, caí en cuenta de algo, y es que no podía dejar de lado mi vida por este tipo de cosas, por más que deseara estar con él, al menos viéndolo, necesitaba volver a lo que era, con Hange, atendiendo personas que llegaban al hospital con necesidad de ser cuidadas.

Odiaba tener que dividirme la cabeza de nuevo después de haber considerado que todo estaría bien.

Pero podría estar la diminuta posibilidad de que Eren al menos me dejara contactar con Hange y decirle que me hallaba con bien. Era algo que apuntaba a ser un rotundo, no, sin embargo, tampoco perdía nada con preguntarle si podría concederme eso y posterior quedarme aquí. Tenía que tener esperanza o no conseguiría lograr nada.

Tomé la toalla en la esquina y con velocidad comencé a vestirme.

Salí del cuarto sin más con el objetivo de ir a pedirle al mafioso que me dejara hacer eso.

Tan pronto como vi la puerta de la oficina de Jaeger la abrí un poco antes de entrar de lleno, y cómo me habría encantado quedarme en la ducha, lamentándome y complicándome la vida, a presenciar una imagen que me dejó plantado un horrible sabor de boca.

Sentí una punzada golpear mi corazón cuando vi a un tipo demasiado cerca de él. No estaba comportándome cual celoso impulsivo, sin embargo, las acciones son evidente ante cualquier mirada, y es que ese hombre literalmente se encontraba dándole una especie de masaje en la espalda de Eren, mientras este simplemente se dejaba hacer manteniendo sus ojos cerrados con una sonrisa relajada marcada en su rostro.

El contrario se acercó a uno de los oídos del castaño, entonces, susurró una cosa que hizo que el castaño soltara una sonora carcajada. Al no soportar seguir apreciando tal momento, me di la vuelta con lentitud, dejando de lado a lo que iba a pedirle con tanta esperanza.

Yo más que nadie comprendía que me hallaba actuando de forma ridícula e inmadura, pero algo en mí, por consecuencia, al no saber que podría sentir el mafioso por mí, me hacía sentir horrible al verlo sonriendo con ese desconocido y riendo junto a él, cuando escasas fueron las veces en las que lo vi actuar de esa manera con sus secuaces. Debía ser alguien que en realidad SI era especial.

Mi corazón ardió con la simple idea de que las palabras de Zeke fallaron y solo era una alucinación. Dejarme llevar por este tipo de sucesos resultaba inmaduro, no obstante, realmente yo ni siquiera sabía qué pasaba por la cabeza del mafioso y mucho menos que sentía. Mis piernas se sintieron débiles por un instante y quise sucumbir ante el deseo de llorar con fuerza, desahogarme, pero no creía que esto sirviera de algo al final de todo.

In the hands of the enemy. (EreRi)Where stories live. Discover now