Capítulo 1

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Una rutina consistía en hacer lo mismo cada día y en un determinado tiempo, ya sea si lo hacías por tu empleo, algún ejercicio, o por mero acto automático. Desde mi punto de vista, una rutina tendría que implicar algo muy importante o placentero como para que al final no terminaras aborreciéndola, es decir, un motivo con el que impulsarte a seguir haciendo tal cosa todos los días de tu vida, lo suficientemente relevante para que lo recuerdes todas las mañanas y te haga feliz llevar a cabo tales actos.

Supongo que mis motivos para ser feliz con mi rutina se terminaron hace bastante tiempo.

Cada día despertar y darme cuenta de que haría lo mismo la mañana siguiente, me ocasionaban unas profundas ganas de llorar, de tirarme al piso y hacer un berrinche similar a los que solía hacerles a mis padres cuando deseaba un dulce, que ellos me solucionaban de manera tan simple. Como anhelaba que alguien calmara mis ganas de gritar cuando sentía que ya no podía continuar con mi horrible vida. Mi única opción era intentar relajarme o si no quedaría tal cual un lunático frente a los demás, así es, en pocas palabras, a la única persona que podía acudir era a mí mismo.

Es una pena tener que ser un adulto y lidiar con los problemas de la vida, porque una vez que creciste, no puedes volver a atrás y solo puedes vivir pensando en las cosas que te hubieran gustado hacer o no hacer.

Qué mierda tan malditamente deprimente, con esto me daba cuenta de que odio muchas cosas de mi vida. En general, hace un tiempo creía que mi vida era la más hermosa del mundo, que nada podría arruinar mi inmensa e indescriptible felicidad, sin embargo, me impresioné cuando toda esta se fue a la mierda por culpa de acciones ajenas, increíble que alguien pueda destruirte sin quererlo... O tal vez sí querían hacerlo.

Me resulta algo sorprendente el hecho de que se suponía que en unos meses me casaría con quien era el amor de mi vida, todo estaba tan bien planeado. Recuerdo que me desperté un día muy feliz de saber que faltaba poco para estar con ese hombre que tanto adoraba y admiraba, la sola idea de idearme casado con Erwin Smith; me proporcionaban unas enormes ganas de llorar de felicidad.

Se suponía que nuestra relación solía ser algo aproximado a la perfección, no importaba si él trabajaba mucho al ser un policía de alto rango, o si yo pasaba mucho tiempo en el hospital, nunca fue un gran problema el tiempo que pasábamos juntos. Teníamos una excelente conexión en todos los aspectos posibles, él me decía que me amaba, que era inmensamente feliz conmigo. Yo lo amaba... lo sigo amando como si fuera el primer día. El haber estado tanto tiempo con él lo volvió una persona sumamente indispensable en mi vida. Para todos éramos el concepto de una relación perfecta y estable, aquellas que solo se ven en películas.

Nunca sospeché que tuviera sentimientos por otra persona, nunca dude de su fidelidad hacia mí.

Un día normal llegué a su casa de sorpresa, recuerdo que llevaba un pastel para compartirlo con él, su favorito. Tenía la copia de las llaves de su casa, abrí esta, con una sonrisa de oreja a oreja, la cual se borró cuando se escucharon aquellos ruidos que me duelen recordar. Hasta en ese momento pensé que podría ser alguno de sus amigos, ni siquiera en el instante pensé que pudiera ser él. Abrí la puerta de su cuarto, observando como el hombre que amaba besaba con tanta pasión a esa mujer desconocida, me dolió tanto que dejé caer el pastel y comencé a llorar en silencio... pero él ya me había visto.

Recuerdo muy bien que salí corriendo, no quería escuchar lo que fuera a decir. Pero antes de poder irme de ese maldito lugar, Erwin logró detenerme. No se excusó, me dijo la verdad, y esa era que dejó de amarme desde hace mucho tiempo. Dijo que nunca lo quiso decir, pero que en realidad el dejar de vernos tanto lo hizo cambiar de pensamientos, conoció a otra persona y se enamoró, me dijo que si me amo, no obstante, eso cambio. Me fui y no lo seguí escuchando, después de eso solo me dediqué a trabajar como un esclavo. A veces nos encontramos, desde ese día él ha querido hablarme, pero siempre procuro ignorarlo. ¿Qué podría decirme? Al final, él continúa con esa mujer, arrepentido, no está.

In the hands of the enemy. (EreRi)Where stories live. Discover now