Capítulo 23

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Capítulo 23

Mejores amigas

Quedaba ya menos de una semana para ir a Colmar, Francia con Cristina un par de días en la casa de su tía por vacaciones de navidad ya había ido un par de veces en años anteriores, viajar a Colmar era parecido a caminar en un cuento de hadas, especialmente en navidad, cuando las luces parpadeantes bailan sobre el olor del café.

Mis padres estaban en casa, tras sus interminables vacaciones por caminos separaron, regresaron a estas cuatro paredes, primero llegó mi padre de no sé dónde, mi madre se había ido a Asturias con su hermano.

-Mamá, salgo ya. -ato con mas fuerza los cordones de mis botas, mi gato apareció por la puerta de la cocina con un pequeño sombrerito de vaquero. - ¿qué tienes ahí? -se lo quito delicadamente y lo dejo sobre la encimera.

- ¿A dónde vas? -pregunta mi padre bajando las escaleras mientras mi madre estaba acostada en el sofá con la televisión encendida, pero estaba dormida.

-Voy con Cristina a cenar en el Hel .-tragué saliva y una ola de calor invadió mi cuerpo.

-Pasas mucho tiempo a solas con Cristina, ¿no? -ladeaba su cabeza de un lado a otro, casi tratando de evitarlo.

- ¿Y eso es malo? – muerdo mis uñas esperando una respuesta dentro de su silencio gélido.

-No serás...lesbiana o algo así, ¿no? -bufa y da un paso adelante.

-Es mi mejor amiga papá...-suspiré.

-Me da igual lo que sea, solo espero que no me salgas con esos cuentos. -pasa por mi lado hasta la cocina y sin decir nada más, me dispuse a salir de mi casa.

Bajé las escaleras del edifico lo más rápido que puse, al llegar fuera del portal ya tenía mis cascos desenredados, puse la música en aleatorio, saqué de uno de los bolsillos por dentro de la chaqueta; una caja camel, puse el cigarrillo entre mis labios y con un chasquido lo encendí. Ya en la boca del metro, esperé a terminármelo mientras escucha cicatrices de Natos y Waor.

A esta hora salían y entraban muchas personas de la boca del metro, irían a la Plaza Mayor, a Gran vía a gastarse el dinero que muchos no tenían, los padres con arrugas, cansados de vivir, yendo a comprarles a sus hijos las nikes nuevas de ciento cincuenta pavos, que terminarían siendo robadas por los hijos que no tienen ni padres ni dinero.

Aplasté la colilla contra la sal del suelo y bajé las escaleras de dos en dos, las mecánicas las bajé casi corriendo porque el metro ya estaba llegando a la estación. Entré corriendo cuando ya se podía escucha el pitido; ya dentro vi a la gente fuera, riendo porque no habían llegado a tiempo, dentro estábamos unos contra otros. El tiempo pasó volando, ya estaba en la estación de Sol, bajé y caminé rápidamente a la salida, ya afuera en Sol, el árbol de luces azules iluminaba como de costumbre el centro de Madrid cada navidad, cada año, la misma foto de siempre, con los abrigos de siempre.

Antes de entrar al local, olí los dedos de mi mano, los mechones de mi cabello y por último mi aliento, paré en seco y mastiqué rápidamente un chicle de hierbabuena, abrí la puerta y busqué a Cristina.


Punto de vista de Cristina

Vi entrar a Alicia por la puerta, justo antes de tirar el chicle a la calle; me buscaba por todos lados con la mirada hasta que me encontró en la misma mesa de siempre.

-Hey, ¿cómo estás? -le guiño el ojo y antes de que apoyara el abrigo en el otro extremo del asiento, sentí su olor a tabaco. - ¿has fumado? -apoyo mis manos entrelazadas encima de la mesa.

She.Where stories live. Discover now