Capítulo 8

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Capítulo 8

Hamburguesa heart break


Envié un mensaje por el grupo después de estar más de media hora esperando con Guillermo al lado del metro, en Sol.

   -Donde estáis todos...? Ya estoy aquí con Guille, os estamos esperando desde las cinco, joder, daros prisa.

Apagué la pantalla del móvil por el botón lateral, giré a ver a Guillermo, quien estaba recostado sobre la barandilla metálica del metro y se acomodó el pelo.

-Marica, esos malparidos son más impuntuales que uno.-bufa agitando sus manos en el aire.

-No te quejes, que llegaste hace diez minutos, yo hace media hora.-reí, me acerqué a él y me apoyé en la barandilla, mirando a los chicos pasar con nenas guapas, de cabello tan largo que llegaban hasta sus nalgas redondas, maquillaje decorando sus facciones grotescas y relleno en los pechos, cubriendo la ausencia de su autoestima.

-Guille, ¿qué tal esta ese de allá?-señalé con el dedo directamente a uno con un cigarrillo entre los dedos y el móvil en el otro, hablando a través de él, parecía ocupado, tenía un jersey amarillo con zapatos nuevos del mismo color.

-Ay no...-se quedó callado y lo analizó de pies a cabeza-hoy no es treinta y uno de diciembre para llevar amarillo.-negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

-¿Qué?-pregunté mientras se me escapaba una risa.

-En mi país, hay una tradición que...-apareció Cristina, estampándose en Guillermo con un abrazo.-¡cuidado marica!-exclama incómodo, cerrando un ojo por su abrazo sereno.

-Hola, ya llegamos.-saluda Rebeca con Marcos y a Nora detrás de ella.

-Por fin.-me aproximo a ellos y las saludó con un abrazo, Nora esbozó una enorme sonrisa en su rostro.

-¿Y esa sonrisa?-me contagia su felicidad y también sonrío.

-Tengo que contarte algo.-responde dando pequeños saltos.

-¡Ya marica, que fastidio!-se queja Guillermo, llamando mi atención, tenía encima a Cristina y a Rebeca, a continuación se escucha con vigor la risa de Marcos.

-Es sobre Hugo tía-continua Nora dándome un toque en el hombro-¡me ha pedido perdón! Dice que está arrepentido, y que quiere una segunda oportunidad...-balancea su peso hacia sus lados.

-¿De verdad? Que bien, me alegro por ti.-doy pequeños saltos y ahogo un grito de emoción, acomodo mis gafas.

-A esta hora seguro que nos han quitado nuestra reserva en el Hel's.-informa Marcos mirando la hora en su reloj de plata.

-¿Por culpa de quiénes?-pregunto arqueando una ceja, aun ya sabiendo la respuesta.

-De vosotros, ¿por qué tan temprano?-responde mi mejor amiga, Cristina, encogiendo los hombros.

-Porque Nora no podía quedar más tarde.-respondo ladeando la cabeza ligeramente hacia ella, volví a acomodarme las gafas, siempre resbalaban con la grasa de mi cara.

-Ah, vale.-responde mirando a otro lado, todavía no asimilaba el hecho de que me llevara tan bien con Nora, era cuestión de tiempo que la aceptara dentro del grupo, como una más.

-Vamos, que estamos al lado chicos.-patea un vaso de plástico del suelo y camina en dirección a calle Alcalá.

-Todos juntos, que nos perdemos.-dice Rebeca contándonos con su dedo.

La aglomeración de personas era enorme, pero no tanto como en verano cuando todos salen a por unos conos de helado y una hamburguesa en el Hel's, en nuestro restaurante favorito de todos los tiempos, estaba despejado y los rayos del sol atravesaban las pocas nubes pintadas en el cielo raso, cruzamos entre los muñecos de Mickey Mouse y Aliens para llegar por fin a una de las calles más largas de Madrid, la calle de Alcalá, Marcos paró en seco, enfrente de la puerta con el letrero en neón azul.

-Ir entrando, que me voy a fumar un piti.-dice sacando de su bomber negra, una cajetilla amarilla de cigarrillos, con el mechero en su otra mano.

-Vicioso.-niega con la cabeza Cristina, anda hasta la puerta de cristales con decoraciones y la abre, dejándonos a nosotros pasar primero. Rebeca tomó la delantera y se acercó al camarero en la entrada, tenía una pajarita negra en su cuello con una pana roja cubriendo su camisa blanca, de fondo se escuchaba una canción country de un artista vintage.

-Buenas tardes, ¿le puedo ayudar en algo?-pregunta esbozando una sonrisa encantadora.

-Buenas tardes, mis amigos y yo hicimos una reserva para seis personas a las cinco y cuarto-tartamudea un poco- a nombre de Alicia Martínez.

-Voy a ver si es correcto...-asiente con la cabeza y prosigue a revisar un gran cuaderno rojo.-sí, está aquí, Alicia Martínez, para hace quince minutos...-levanta su mirada del cuaderno y nos mira uno por uno-pero vosotros sois clientes vip aquí-coge tres cartas del restaurante y sonríe, indicándonos nuestra mesa.-os acompaño a vuestra mesa, al lado de la ventana.

Cruzamos el restaurante de baldosas blancas con negro hasta la mesa con un pequeño cartel de "RESERVADO", nos acomodamos en las sillas de caucho azules.

-Muchas gracias...-Rebeca leyó la placa de identificación del camarero-Adrián.-sonrió y acto seguido, el camarero se retiró velozmente después de dejar las cartas en la mesa.

-¿Qué vais a pedir?-preguntó Nora mirándonos, especialmente a Cristina.

Ella la ignoró sin responder a su pregunta y siguió mirando la carta con Guillermo.

-Yo pediré una hamburguesa.-respondí abriendo la carta, estaba a mi lado, por lo que la compartimos, acomodé mis gafas y al apoyarme con mi mano sobre el caucho del asiento, me sorprendió Nora haciendo lo misma, reaccionó de la misma manera y se giró repentinamente hacia mí y sonrió tímidamente, dejando su mano encima de la mía.

-Yo creo que también pediré una hamburguesa.-respondió casi en susurros.

-Sí, pienso también lo mismo.-dijo en voz alta Cristina, pegándome una patada en la pierna, reboté sobre el asiento y sonrió. Sobé el dolor en mi pierna y acto seguido, pedimos nuestra comida, también la de Marcos, quien siempre comía una hamburguesa heart break con un milkshake de sandía.

Al cabo de unos minutos apareció Marcos, se sentó a mi lado, impregnándome el olor de su cigarrillo, dándome un cierto placer.

-¿Ya habéis pedido?-pregunto frotando sus manos.

-Sí.-respondí apoyando mis brazos en la mesa.

-Genial, porque tengo unas ganas de un heart break.-relamió sus labios.

-Tan chistoso.-entrecerró los ojos Guillermo y todos reímos.

Hay segunda parte en un par de horas, disfruté escribiendo este capítulo.

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