Capítulo 11

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Capítulo 11

La panadería

Tenía el cigarrillo entre mis dedos pálidos y delgados, con mi otra mano escribía uno que otro sentimiento sobre la superficie de mis piernas manchadas, de momento era una noche tranquila, pasaban por el asfalto motos a toda pastilla, eran las tres de la mañana, cuando las estrellas brillaban y los árboles bailaban con las brisas de aire frío, corrientes en esta época del año; otoño, en una semana sería mi cumpleaños.

No he podido dormir, pensando en los pequeños escalofríos que pasaban por mi espalda cada vez que veía a Nora pasar cerca de mí, cuando su pequeña fragancia me invadía o simplemente ver su cabello agitarse con el viento otoñal, y no podía ser cierto, que mi corazón comenzara a latir más fuerte cuando Nora se giraba a mirarme con sus ojos tropicales, porque eso, es lo que sienten las personas enamoradas.

La última conexión de Nora había sido hace dos horas, la última en hablar con ella había sido yo, como siempre, debatiendo sobre por qué Jean-Baptiste Grenouille era tan repulsivamente mono cada vez que se quedaba adherido al suelo contemplando muchachas inocentes pasar rozando el suelo con sus vestidos.

Escupí al suelo y rasqué mi nariz con mi otra mano, estaba enferma por segunda vez este mes, hacía semanas que no pegaba un buen bocado a la comida, mi estómago se encogía siempre que escuchaba la palabra familia, y las cosas no mejoraban, mis notas en este trimestre iban en picado y escuchar a mi madre gritarme cosas no ayudaba en absoluto, apagué el cigarrillo contra el tejado y lo tiré enfrente, a la calle, agarré el cojín que tenía debajo de mí y lo tiré hacia los cajones de mi cama, pasé por la ventana y la dejé abierta para que desapareciera el olor del humo que se había colado.

Me acosté en la cama, el cuerpo me pesaba, pasé mis dedos por la nariz, disfrutaba del olor que siempre quedaba después de un cigarrillo, mojé mis labios y dejé pasar el tiempo lo más lento posible mientras recordaba mi viaje a Disneyland con mi familia feliz.





-¿Alicia? ¡Alicia!-grita Cristina desde el otro lado de la cancha de voleibol.

Corre hacia mí con una pelota de voleibol bajo su brazo, frunce su ceño molesta.

-Joder tía, ¿qué te pasa? No me cuentas nada, estas pasmada mirando a yo que sé dónde.-manotea y me pone una mano en el hombro.-no hemos hablado desde Hel's, te veo incluso...peor nena.

Mi corazón se estremece y sonrío, observando mi alrededor, todos sudaban con pequeños pelos pegados a la piel de sus rostros, flexionando una y otra vez las piernas, riendo y gritándose entre ellos.

-Tú estás loca...-niego lo obvio y le quito del brazo el balón de voley, a lo que ella entrecierra sus ojos, redirigiéndose al otro lado de la cancha, esperando a que diera el próximo tiro.

Hacía frío, afuera, en las pistas deportivas del centro podías ver tu propio aliento, con las bajas temperaturas era crucial moverte de un lado a otro, mantener el cuerpo caliente jugando con una pelota.

-¡Chicos, se acabó la clase, recoged todas las pelotas y que alguien me ayude a quitar las redes!-el profesor de gimnasia comienza a aplaudir, animando a otros a recoger las pelotas de los demás, regadas por las pistas de fútbol.

Veo a Nora recogiéndose el cabello con una coleta, hablaba con Elías, al parecer se estaban haciendo amigos, y no me convenía que fuese tan amiga de mi ex, con el que pase tantos momentos amargos, pero tan dulces a la vez.

-Recoge la baba nena.-me da una ligera cachetada Cristina y sonríe.

-No...no me gusta.-di un brinco al escuchar las sospechas de Cristina, rasqué mi brazo mientras la pelicastaña me hablaba de su novio, de lo asombroso que era y de cuánto lo extrañaba, se había mudado al extranjero durante una larga época, a Suiza de intercambio.

She.Where stories live. Discover now