Capítulo 4

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Capítulo 4

Jugos de naranja

-Tenemos que hablar.- cogí del hombro a Hugo, aprovechando que estaba caminando solo por el pasillo al lado de las clases de química y biología.

-¿Es por Nora?-respondió apretando la botella de agua entre sus manos.

-Sí, ella...-suspiré y miré por encima de su hombro-está mal, ¿sabes? El viernes de la semana pasado lloró por ti, justo cuando terminaste con ella-pausé a ver sus ojos indiferentes-¿sabes cuánto me rompe el corazón verla...?-me interrumpió.

-Me jode mucho su manera de ser, algunas veces exploto con ella.-responde cambiando el peso de su cuerpo al otro lado.

-Ella no es paciente, y lo sabes, además...algunas veces tiene caprichos que...-no pude terminar de hablar.

-¿Algunos? Se nota que no la conoces-y realmente no la conocía tanto como él lo hacía-ella es mazo caprichosa.-unos niños de sexto de primaria pasan por nuestro lado corriendo, empujándonos.

-Lo que sea.-manoteé en el aire-eso no importa, lo que ella quiere es que arregles esto, porque está sufriendo porque no creo que-mojé mis labios- por lo que sea que hayáis peleado, no es razón suficiente para que terminéis, se supone que os quereis, sé que habéis pasado por mucha mierda juntos, los comentarios, las peleas en público, eso...-tomé aire-se puede solucionar.

Quedó perplejo.

Solo se escuchaban los balones rebotar contra el pavimento caliente.

Los niños correr y gritar.

-Hablaré con ella-se rascó la sien-me convenciste.

-Gracias, espero que lo solucionéis.-le di una palmada en el brazo, y sonrió.

-¡Alicia!-me llamó Rebeca por detrás de Hugo, saltó hacia él y lo abrazó, balanceándose hasta adelante, ella ahogó un grito y Hugo apartó su brazo de encima y se fue.- lo miró de pies a cabeza.-¡que borde tía!-actuó indignada y agarró mi brazo, arrastrándome hasta la cafetería.-¿Entonces? ¿No vas a comer o qué?-preguntó riendo.

-Claro que sí, pero estaba hablando con Hugo sobre Nora.-saqué dinero de mi bolsillo.

-¿Otra vez terminaron?-frunció el ceño y manoteó.-esos dos van a terminar peor de lo que ellos creen, ya verás.- sacó un billete de cinco euros y lo pasó por mi nariz, rio y se acercó al dependiente a preguntarle por un sándwich con jamón serrano y una fanta naranja, al igual que yo.

Cogí el sándwich y mi bebida para llevarlo hasta la mesa donde estaban todos, Eva, Aida, Marcos y Cristina.

-Pollitos, ya rescaté a Alicia.-chocó su cadera contra la mía, haciendo que se derramaran unas gotas del jugo, haciéndola reir.

-Joder.-bufé tomando un poco de jugo.

-Ay no, que mala eres.-dice Aida haciendo pucheros.

Me acerco a Cristina y Marcos, mis mejores amigos, se mueven a su derecha para hacerme espacio, detrás nuestra habían unas mesas de ping-pong, estaban jugando unos amigos de nuestra misma clase con otros de un curso más, de vez en cuando la pelota salía disparada hacia nosotros, más de una vez me había tocado a mí pasar vergüenza por un pelota en mis gafas y ser el chiste por horas e incluso días.

-Estás un poco rara.-susurra Eva a mi oído, sonríe amablemente, siempre era maja con todos, menos cuando estaba estresada, si estas cerca de ella en esos momentos de estrés y de ira, huye antes de que te mate.

-Que va, no me pasa nada.-la mayoría de días eran lúgubres, pesados, cada día cuestionándome si realmente es necesario ser la hija de mis padres, ser alguien en este mundo.

-¿Segura? Llevas así desde esta mañana.-ladea la cabeza.

-Ah ya, casi no dormí, ya sabes, siempre me duermo leyendo así.-e imito a alguien durmiendo con la lengua afuera, ella ríe.

-Vale, ya lo pillo.-sonríe.

Y siempre era así, yo, haciendo el tonto, queriendo ver a todos contentos, sin preocuparme por mí, sin saber que algo dentro de mí, estaba roto.

Y no me daría cuenta, luego, después de mucho...mucho...tiempo.

She.Where stories live. Discover now