XXXVI

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Ya no podía moverme, me dolían como la mierda las piernas, mis hermosas nalguitas estaban rojas por el constante golpeteo con la pelvis de Steve

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Ya no podía moverme, me dolían como la mierda las piernas, mis hermosas nalguitas estaban rojas por el constante golpeteo con la pelvis de Steve. Sentía que me iba a morir por las embestidas que daba el Alfa y mi estomago rugía del hambre.

- Steve~.- Gemí con un suspiro al sentir el miembro del Alfa moverse lentamente dentro de mi, con esta última sentía que ya no podría más. El Alfa gruño en mi cuello dejando suaves mordidas en mi cuello, muy lejos de la glándula Omega.- D-debo hacer de comer.- Pedí inútilmente.

En estos últimos días apenas habíamos ingerido comida adecuadamente, y aunque Steve se preocupaba de que mi bebé  no estuviera mal, la verdad es que yo me moría por comer una gran hamburguesa con queso y tocino.

Creo que pediré comida a domicilio.

Nuevamente sentí el semen de Steve llenar mi interior, el nudo del Alfa se mantenía fuera de mi entrada pero golpeteaba con muchas ansias mi entrada.

Cuando nazca el frijol quizás si pueda aceptar su nudo.

Suspire al sentir finalmente el miembro del rubio salir de mi entrada. Mis piernas temblaron y mis brazos terminaron adormecidos.

Me quería dar un baño, pero dudo mucho que pueda caminar.

Steve se sentó en el borde de la cama y con mucho cuidado me levanto para sentarme en sus piernas.

- Me gustas mucho, Omega. Jamás me había sentido tan bien con alguien. Te quiero mucho, mucho, mucho.- Dijo su lado Alfa muy cerca de mi labios. Mi corazón latió con más intensidad y temía que me diera a dar un ataque por las palabras tan empalagosas que salían de Steve.

- Te quiero mucho, mucho, mucho. Steve. Y pensar en una vida junto a ti sería perfecta, me gustas, Alfa.- Declare y finalmente junte nuestro labios en un tierno y suave beso, muy diferente a los dados por su celo.

Este era mucho más real y sincero.

El celo de Steve daba sus últimos indicios, el Alfa ya no parecía querer rellenar la dona que tengo por trasero a cada momento, y eso se lo agradecía

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El celo de Steve daba sus últimos indicios, el Alfa ya no parecía querer rellenar la dona que tengo por trasero a cada momento, y eso se lo agradecía.

Aunque aun se mantenía muy posesivo en cualquier cosa que haga.

Como lo fue el llamar a un centro de comida rápida, tuve que poner el alta voz la conversación para que Steve no piense erróneamente.

También me llevaba a donde yo quisiera en sus brazos e incluso me bañana en sus feromonas cuando se daba cuenta que estas dejaban de estar en mi.

Teníamos una hora antes de que llegara nuestra comida, así que nos movimos a la sala para ver un poco de tele y servir café al Alfa.

- Tony, me gustas mucho.- Murmuro Steve en mi cuello mientras le preparaba su café.- Eres muy atento y me siento tan bien.

Si tan solo mi padre viera esto, se burlaria de mi suegro por tener a un Rogers tan adiestrado.

- Nuestro bebé está tan bien cuidado...

Ay dios, Steve sabía muy bien como enamorar a un Omega embarazado, si yo también pudiera entrar en celo creo que habría tenido como dos en este día.

Sus manos se paseaban por mi cintura y mi vientre, las acariciaba con ternura y besaba mi mejilla con cariño.

Estuvimos en nuestro mundo por unos minutos cuando escuchamos el golpe de la puerta.

Debe de ser la comida.

Tenía la intención de ir a abrir, pero el posesivo de Steve me lo impidió.

Le pedí que se colocará una polera y abrió la puerta. No escuche nada por unos segundo así que me acerque a ver que pasaba.

Y mi sorpresa fue que ahí no estaba el repartidor, sino una Omega castaña y bien vestida.

- Peggy.

¡Lo siento!, manche tu camisa |Stony, Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora