- AMBER - 12

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34 años.

Salgo del hotel donde pasé la noche entera con la mujer que logro mi divorcio.

Mi respiración está demasiado inestable, me siento sofocada, cansada, con miedo.

- Carajo...

Saco mi camioneta del estacionamiento y entro a la ciudad para cruzarla y llegar a casa.

Dormí profundamente un par de horas, no fui consciente de la ahora que era y no escuche mi celular sonar, pero una voz en la cabeza me recordó  que no debería estar durmiendo y desperté alterada.

- Mierda - freno del golpe al ver el semáforo en rojo.

Miro directamente al semáforo mientras un montón de recuerdos me torturan.

- Carajo... ¿Qué hice?

No puedo dejar de pensar en lo que hicimos, lo que mi piel sintió, lo tanto que mi corazón latió, lo que mis ojos miraron, los que mis oídos escucharon y lo que mis manos tocaron.

- Dios...

Trago saliva y sigo con rapidez cuando la luz cambia.

Debo llegar a casa rápido, mis padres irán a verme y temo que se hayan enterado de mi divorcio.

- Mierda, mierda, mierda - gruño.

Tengo miedo, lo único que me mantienen cuerda son los recuerdos.

- Maldita sea.

Llego a casa y entro de golpe sabiendo que mis padres aún no llegan, no están sus autos afuera así que voy a la ducha y me alistó tan rápido como me es posible.

Bañarme me ayuda a dejar de oler a esa mujer y sí, hay cierta decepción por quitar eso de mí, pero eso me ayuda a calmar los pensamientos sobre ella.

- Bien - me pongo maquillaje y justo al terminar escucho que mis padres son anunciados.

Están aquí.

- Amber...

Escucho a mi padre llamarme.

Respira Amber, sé fuerte, debes ser fuerte.

- ¡Amber!

Un escalofrío recorre mi columna, pero la sumisión que hay aún dentro de mí hace que empiece a bajar sin ser consciente.

- Padre...

Los veo en la sala de estar.

Mi madre toda de negro sentada y mi padre con un traje azul de pie a su lado.

Aún no logro descifrar si vienen para darme pelea o se trate de otra cosa.

- Necesito hablar contigo - me dice clavando su mirada en mí.

- ¿Sobre qué...?

- Lucía, la hija de Luis.

Mi corazón había empezado a latir, pero escuchar esos dos nombres acaba de hacer que pare de golpe, como si dejara de funcionar.

- ¿Qué...? ¿Hablar de qué? - pregunto sorprendida y dolida.

- Quiero que tú y Vicent la adopten.

- ¿Qué?

- Lo que escuchaste.

No sé qué pasa, estoy en blanco, no hay información que procesar.

- ¿Me lo puedes repetir? - le pido.

- Dije que quiero que Vicent y tú adopten a Lucía.

Cuando lo repite veo a mi madre de reojo. Acaba de clavarme la mirada también, así que la miró y ella ligeramente niega con la cabeza.

Amber Y NellyWhere stories live. Discover now