Amber Y Nelly

- NELLY - 9

30 AÑOS.

Con fuerza sostengo a la mujer que ruega por ayuda.

Una parte de mi corazón se desmorona al verla llorar, siento mis ojos humedecer, sin embargo, no no derramo lágrimas al mantenerme ocupada preguntándome de dónde vienen esas sensaciones.

Jamás me pasa con ningún cliente, nunca me conmuevo de esta manera, pero esta vez es diferente.

Amber llora con fuerza, sus dedos se aferran a mi espalda haciéndome sentir que quiere romper mis costillas, pero solo es la fuerza de su dolor y el desesperado grito de auxilio que está dando.

Yo solo puedo esperar a que sienta que tiene mi apoyo y que crea que haré lo posible por ayudar en el caso.

- Lo siento - sus lágrimas logran detenerse - Yo... No suelo hacer esto.

- Descuida.

Poco a poco nos soltamos, aunque es difícil, su cuerpo tiembla.

- Amber...

Quiero verla al rostro, pero ella lo esconde con vergüenza.

- Ten - saco un pañuelo de tela de mi traje - Está limpio, puedes limpiarte el rostro.

Amber toma el pañuelo manteniendo la mirada abajo, escondiéndose entre su cabello rubio que cae por sus mejillas.

- Te ayudaré a levantarte - le digo.

Amber asiente y deja que le tienda la mano para ayudarla a ponerse de pie.
Cuando lo logra, la hago tomar asiento con mucho cuidado.

- ¿Quieres un poco de agua? - pregunto atenta a cada movimiento en su cuerpo.

- Sí - responde en voz baja.

- Bien...

Voy hacia la pequeña mesa donde tengo algunos vasos de cristal, con agua fresca, sirvo un poco de ella.

- Aquí tienes - susurro.

Amber alza la mano para que ponga el vaso en ella, para después llevarlo a su boca, humectando su garganta.

Lloró demasiado, su boca debe estar seca y debe doler al contener tanto dolor.

Me pregunto, qué debió pasar para que ella llegara a este punto.

Cuando la vi de nuevo, ahora de adulta, su personalidad claramente me hacía pensar que es el tipo de persona que no ruega por nada. Su mirada es fría, su aura también, todo en ella se ve como si el mundo tuviera nulas posibilidades de acercarse y lastimarla, pero la imagen que tengo justo ahora, me dice todo lo contrario.

¿Por cuántas cosas has tenido que pasar para llevar ese caparazón de hielo y derretirlo de esta manera ante mis ojos?

- Amber, por ahora, puedo ir a dejarte a tu casa o a donde quieras ir - le digo después de pasar varios minutos en silencio - Mañana que te encuentres mejor, necesito cada detalle, por más mínimo que sea, de lo que está sucediendo.

- ¿Puede ser hoy? - pregunta manteniendo la mirada abajo.

- ¿Hoy? Pero...

- Si tienes tiempo, quiero que sea hoy - me dice hablando más fuerte y claro.

Entiendo, va tomando fuerza y reconstruyendo esa barrera de hielo que dejó romperse.

- Si te sientes bien para hablar - camino hacia la silla de mi escritorio - Escucharé todo y tomaré nota.

Amber levanta la mirada siendo testigo de cómo tomó un bolígrafo para empezar a escribir todo lo que me diga.

- ¿Por dónde debo empezar? - me pregunta.