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Una semana después aquí estoy, con las maletas listas, sentada en una incómoda silla del aeropuerto escuchando la tierna risa de mi hija seguida de la desagradable risa de Harry. Suelto un bufido en voz baja evitando que Crystal me vea. Mi vista está pegada en la ventana que da directamente hacía el exterior del lugar, intento, de una forma totalmente desesperada el enfocarme en otra cosa, pensar en algo más y relajarme. Mi humor no es el mejor, tengo sueño, hambre y unos cólicos que me obligan a doblarme como un maldito gusano. A todo esto agreguémosle el hecho de que tengo que pasar un par de horas sentada en un avión, luego tengo que estar durante dos meses en un mismo autobús, un mismo hotel y un mismo lugar que Harry y Niall.

Pero no podía hacer nada más, no podía rechazar y mandar a la mierda a Harry, no podía sacarlo de mi apartamento diciéndole que se pudra. Él tenía el poder, los recursos y la oportunidad de quitarme a Crystal en un abrir y cerrar de ojos. No podía permitir eso. Así que no me quedó más que aceptar su propuesta y dejar de lado mi vida, mi trabajo—el cual me costó bastante conseguir y tuve que dejar—mi familia y mis amigos por venirme con un pedazo de estúpido a recorrer un par de ciudades con su banda.

No negaré que estoy nerviosa, por qué maldita sea sí lo estoy. No he visto a los chicos en un largo, largo tiempo. No sé cómo reaccionaran a esto, no sé si saben que Crystal y yo estaremos con ellos un tiempo. No sé cómo será para mí verlos ahora que solo son cuatro. Después de dos años de la salida de Zayn la banda solo se solidifico. La música fue en aumento, las ventas se dispararon luego de su quinto disco y la banda solo fue cada día más famosa y más reconocida. Zayn por su parte—Y por lo poco que he sabido—Sacó su disco como solista, está comprometido con una modelo llamada Gigi hace un año, después de terminar su relación y compromiso con Perrie, sé que vive aún en Inglaterra, pero se lo pasa en Los Ángeles.

Suelto un gran suspiro que es seguido de un notable y muy grande bostezo. No puedo evitarlo, me muero de sueño y el hecho de haberme tenido que despertar a las cinco de la mañana no fue de ayuda. Aún nos queda al menos unos veinte minutos para abordar el vuelo. Eso como mínimo. Mi cabeza comienza a jugarme una mala pasada. Comienzo a recordar las veces en las que estuve en esta misma posición, con los chicos frente a mí, riéndonos. Con Niall a mi lado abrazándome por los hombros mientras esperábamos abordar el avión hacia el próximo destino.

Me detengo, cuando siento las lágrimas picar en mis ojos y la voz de Harry siendo escuchada desde un punto lejos de mí cerebro. Tomo un par de bocanadas de aire intentando dispersar los pensamientos y también las ganas de echarme a llorar, de golpearme por estar pensando en todo lo que ocurrió.

—¿Qué?—Espeto cuando doy media vuelta enfrentándome a los ojos curiosos de Harry. Crystal juega con el collar de avión de papel que cuelga del cuello de su padre mientras sus pequeños dedos lo tocan son sutileza

—Te preguntaba si no querías un café. Crystal quiere comer algo y la llevaré a comprar alguna cosa para que coma por aquí.

—Me vendría bien un café, gracias.—Asiente e inmediatamente se levanta de su asiento con mi pequeña entre sus brazos. Cuando está a punto de irse le detengo cuando hablo—No le compres algo con mucha azúcar por favor.

—No te preocupes. Creo que solo quiere algo pequeño. ¿Café con leche?

—No importa cuál sea, mientras sea café estará bien.

Sin decir más se aleja de donde estoy sentada, lo veo sonreírle a nuestra hija, hacerle mimos y besarle la cara mientras caminan hacía algún local de por aquí para comprar las cosas. Soy consciente también de las miradas de las personas que están aquí al verlo, sé que se han dado cuenta de que también estoy por aquí y agradezco que ninguna de ellas se haya acercado. No estoy de humor como para fingir que lo que me dicen no duele.

Confía en mí » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora