| 03 |

5.2K 290 20
                                    

Termino de quitar todo rastro de jabón o de shampoo que haya quedado en mi cuerpo antes de cerrar la canilla de agua caliente. Abro las cortinas de la ducha y cojo una de las toallas para enrollarla en mi cabello antes de tomar la otra y secar lo que más puedo de mi cuerpo, una vez que termino la sujeto por sobre mis pechos y salgo de la ducha parándome frente al espejo. Quito con la mano la humedad que ha quedado sobre el vidrio y me doy una mirada. Tengo unas notables ojeras bajo mis ojos que logran hacerme parecer más cansada de lo que realmente estoy. Niego antes de tomar el bote de crema humectante y poner un poco por todo mi rostro. Cepillo mis dientes y me preocupo de dejar la ventana abierta para que el vapor salga antes de ir a mi habitación para poder cambiarme.

Una vez que me he colocado la ropa que llevaré el día de hoy, seco mi cabello con la secadora y hago un par de ondas con la alisadora. Vuelvo al baño y cierro la ventana antes de que me olvide de ello, me ha pasado incontables veces y siempre digo que será la última, una vez hecho eso comienzo a maquillarme, primero colocando algo de base para cubrir mis imperfecciones y un poco de corrector líquido bajo mis ojos para cubrir aquellas horribles ojeras. Delineo mis ojos dejando aquella ala a los lados, riso y pongo sobre mis pestañas dos considerables capas de máscara. Para terminar aplico algo de brillo labial sobre mis labios, desodorante y perfume.

Me coloco mi abrigo y mi pañoleta antes de tomar mi bolso, las llaves de mi auto y del departamento, me aseguro de tener el móvil y cuando me doy cuenta de que sí, salgo cerrando la puerta con seguro. Bajo las escaleras lentamente ya que mi edificio no tiene ascensor, cuando estoy en la entrada del lugar reviso mi casilla de correo y saco todo lo que hay en ella metiéndolo dentro de mi bolso.

El frío aire de la calle choca contra mi rostro a penas abro la puerta de entrada haciéndome estremecer completamente, camino directamente hacia mi coche quitando el seguro y metiéndome rápidamente dentro de él. Enciendo el motor para que se caliente antes de salir, dejo mi bolso en el piso del asiento del copiloto y enciendo la radio. Cómo tengo la mejor suerte del mundo—sí, entienden mi sarcasmo—están tocando una de las viejas canciones de One Direction. La dejo ahí porque soy masoquista y por qué me gusta. Cuando el motor está listo, quito el freno de mano, paso los cambios y salgo de donde estoy estacionada yendo directamente hacia la calle.

Lo primero que tengo que hacer es ir a pagar algunas cuentas, luego podré ir a comprar la colada y visitar a mamá un rato. Ya mañana podré estar todo el día con mi pequeña. Avanzo por las calles de Los Ángeles completamente consciente de los autos a mi alrededor y de las personas entrando y saliendo de las diversas tiendas del lugar. Suelto un suspiro y me doy cuenta de que estoy realmente cansada, lo curioso es que me doy cuenta de ello cuando estoy sola. Porque cuando Crystal está conmigo no pienso en ello, para nada.

Mientras conduzco me doy cuenta de cómo ha cambiado mi vida desde que mi nena llegó. Antes podría haber dormido todo el día, haber salido la noche anterior. Incluso podría haber estado aún junto a Niall...

Disperso inmediatamente esos pensamientos. Crystal es mi todo y no me arrepiento de la decisión de haberla tenido. Aunque haya llegado demasiado pronto y no de la forma en la que quería. Pero realmente son las cosas que más queremos las que siempre llegan no como uno quiere o como las planea.

Aparco el auto a unas cuadras de donde tengo que ir, es una parte totalmente céntrica y puedo realizar todos mis trámites antes de volver a subirme al carro.

Camino por las calles lentamente, sin prisa alguna y sin un motivo en general.

Dos horas y media después he pagado todas mis cuentas, son las una y treinta de la tarde y tengo hambre, así que voy directamente hacia el centro comercial para poder comer algo antes de hacer lo demás.

Confía en mí » h.sWhere stories live. Discover now