Capítulo 35. Decisión

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El día transcurre rápido con el afán de las sirvientas que se mueven de un lado a otro, trasladando las cosas personales de Ross a la habitación de Dereck.

—Eso pueden dejarlo tal cómo está, no es necesario llevarlo al cuarto del señor —ordena Ann.

Las ropa provocativa es devuelta al closet y acomodada en la sección de ropa interior.

Anna es como la aliada que nunca ha tenido, la que está de su lado, la amiga que comprende que ella no quiere estar a lado de él.

Gira hacia la enorme ventana, el jardín es precioso a través del cristal, pero el sol va poniéndose, haciendo que la ansiedad comience a invadirla.

Desvía la vista hacia el garage buscando entre la docena de coches un lamborghini plateado. Suspira aliviada cuando no ve el magnifico carro ni al propietario.

—Quédate en tu mansión privada  —murmura para sí misma.

«No vengas para acá»

—Mi niña —Anna la llama con cariño —El chef ha preparado tu postre preferido

—Ahh 

—¿Porqué no bajas y te relajas en el patio hasta que nosotras terminemos de mover tus cosas?

—No se... no estoy de ánimos

—Disculpen —interrumpe una sirvienta, entrando con un teléfono en la mano.

—La señorita Elena acaba de llamar, diciendo que viene en camino —le informa.

—Está bien Veronica. Puedes retirarte —la despide Anna y vuelve a concentrarse en Ross —Ve, baja y espera a tu amiga que yo me encargo de trasladar tus cosas.

Insiste.

—Lo haré. —asiente Ross encaminándose a la puerta donde se detiene y gira hacia ella para agradecerle —Gracias por llegar a la mansión de los Walldering, Anna.

El juego de mesa de vidrio, estilo francesa combina con los asientos. La variedad de postres vienen acompañados de bebidas y de jugos de frutas. Todo bajo un hermoso toldo que la cubre del sereno.

El jardín que tiene de fondo es precioso debido a las luces que despejan la oscuridad. Los reflejos celestes sobre la alberca la incita a darse un chapuzón.

—Estoy bajo una estricta dieta pero lo suspenderé por hoy —Elena llega cogiendo un par de uvas que se lleva a la boca.

Tiene una alegría implantada en el rostro bastante obvia.

—Te demoraste un poco más de lo esperado —le saluda cuando Elena se le acerca para darle un beso en la mejilla.

Se sienta cómoda, dejando sobre el otro asiento libre el bolso de diseñador, que si mal no recuerda, es un presente que la esposa de su tío, la cabeza de los Rousseau, le obsequió.

—Uhmmm —Elena coge un pedazo de The Frrozen Haute Chocolate —Éste helado está exquisito.

—Come todo lo que quieras... —le señala la mesa ofreciéndole todos los postres —Parece que al Chef de la casa se le olvida que por mi trabajo no debo comer carbohidratos ni azúcar.

—Todo en moderación no hace daño.

—Señora —dice una sirvienta que llega de repente —Anna manda decir que ya terminó de mover todas sus cosas, por lo que si hay algo más que debamos mover de su cuarto a la habitación del señor Dereck, solo díganos.

—No. Con eso está bien por ahora. Tomate un descanso y las demás también. —sugiere Ross

—Gracias mi señora. —asiente y se retira sigilosamente con cuidado.

El Renacimiento De La Esposa Del CEOWhere stories live. Discover now