Capítulo 4.

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_____ entró en la sala. La tensión flotaba en el ambiente. Los profundos ojos negros de Justin la miraron detenidamente.

— Tienes corrido el carmín — Y los dedos de él volaron hacia su boca. Luego frunció el ceño y le dijo— No tenemos mucho tiempo, así que voy a ser muy breve y directo. Nos vamos a París.

— ¿A París? — Preguntó _____ como un eco, más que sorprendida. Pero Justin ya había abierto la puerta, y le decía impaciente:

— Vamos.

— ¿Quieres que vaya contigo a París? ¿Yo? ¿Ahora mismo?

— Sí.

— ¿Pero por qué?

— Un asunto relacionado con la herencia de tu padre.

_____ estaba más que sorprendida, ya que no se imaginaba que pudiera haber algo pendiente con relación a la herencia de su padre. A pesar de que Justin no se había molestado en ir al funeral de su padre, había asumido con arrogancia la responsabilidad de dar instrucciones a sus abogados para liquidar sus propiedades. Mientras _____ lloraba la muerte de su padre, sumida en la gran pérdida que significaba para ella, e incapaz de ocuparse en ese momento de cuestiones materiales, Justin había vendido todos los bienes que tenía su padre, absolutamente todos.
Su hermosa casa, sus inversiones, sus exquisitos muebles y efectos personales habían sido convertidos en dinero en efectivo siguiendo las instrucciones de Justin. No le había dejado a _____ ni un solo recuerdo. Su padre, Max Harrington, podría no haber existido, si sus bienes hubieran tenido que testificar sus sesenta y tantos años de vida en la tierra.
_____ había quedado impresionada por la falta de sensibilidad de Justin, pero cuando se había dado cuenta de ello ya era tarde para intervenir. Como siempre, sus obedientes empleados habían cumplido sus órdenes eficientemente.

— ¿Algo que has pasado por alto?

— No. Algo que andaba buscando, finalmente lo he localizado — Dijo con gravedad en el gesto— Por lo menos es lo que creo. Y por tu propio bien, ruega que no me haya equivocado.

— ¿Por mi propio bien? No entiendo de qué me estabas hablando — Dijo ella aterrada.

— Espero que no — Dijo él dándose la vuelta.
_____ fue hacia la escalera. Una mano fuerte la frenó.

—  ¿Adónde crees que vas?

— A cambiarme — Contestó ella mirando la mano que la sujetaba, algo que le extrañaba, ya que Justin no la tocaba nunca.

— No hay tiempo para ello. El jet esta listo para despegar.

— ¿Regresaremos esta noche? No llevo nada de equipaje. — Exclamó ella mientras él la llevaba hacia fuera.

— Te arreglaras sin él.
Luego, ya en la limusina, preguntó _____:

— ¿Qué ocurre?

Justin no le hizo caso y se dispuso a hablar por teléfono durante un buen rato en griego.
Ella no entendía una palabra. A su mente acudió el recuerdo del día de la boda, cuando ella le había dicho que intentaría aprender su lengua, y él le había dicho:

— No pierdas el tiempo.

Ésa había sido la primera grieta que se había abierto en su mundo de fantasía. Antes de que se hubiera terminado el día, la grieta se había hecho más profunda, pero le había llevado algún tiempo de realidad el desvanecer por completo aquel mundo de fantasía que ella tanto ansiaba. La situación con Justin la había desquiciado, pero sin embargo guardaba la compostura. Había aprendido a disimular sus emociones delante de él, y ahora estaba sentada tranquilamente en el coche, con las manos sobre el regazo, como si en su interior no sintiera un temporal.

—  ¿De qué se trata todo esto? —Preguntó _____ por segunda vez— Hubo un silencio sepulcral— Creí que los asuntos de la herencia de mi padre ya estaban todos resueltos — Insistió _____.

— ¿Estás segura? — Respondió Justin con calma.

Algo en el tono de su voz le inquietó. Se volvió hacia él, y se encontró con una mirada de hielo. Tenía la sensación de que se avecinaba un desastre, y el terror a enfrentarlo le provocaba un cierto mareo. 

Un matrimonio diferente.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum