Capítulo 1.

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_____ bajó deprisa los escalones que daban al bar y entró. Estaba oscuro y lleno de bebedores que aprovechaban la hora del almuerzo para tomar un trago. No veía a Ryan; no era lo suficientemente alta como para divisarlo entre las cabezas de hombres de negocios trajeados que tenía a su alrededor. Mientras se abría camino entre los cliente, sintió un estremecimiento. La idea de que la vieran allí, de que la reconocieran la aterraba. Por ello fue un alivio distinguir entre la multitud en el extremo opuesto del local la cabellera rubia de Ryan. Alto, sofisticado y atractivo, se puso de pie al verla aproximarse a él. _____ se sintió orgullosa.

— Llegas tarde —Se quejó él.

— Lo siento, no pude escaparme antes —Explicó ella jadeando, mientras se dejaba caer en el asiento y echaba otra ojeada al lugar, temerosa de encontrar alguna cara conocida.

— No sigas. Estás en otra parte de la ciudad. —_____ bajó la cabeza, escondiendo la cara ruborizada detrás de la melena rubia ceniza.

— ¡Ese hombre de allí me está mirando!

— La mayoría de los hombres miran a las mujeres bonitas... Y tú eres exquisitamente bonita, mi amor —Murmuró Ryan en voz baja, adoptando un tono íntimo mientras le tomaba la mano— Me fastidia ver que te miran todos cuando pasas.

— ¿De verdad? —Preguntó ella asombrada por sus cumplidos.

—¿Por qué no vamos a mi apartamento? —Sonrió Ryan dibujando el labio inferior con el dedo. _____ se puso rígida.

— No puedo. Todavía no. Ya sabes cómo me siento —Musitó. El miedo se había apoderado de ella. Él cambió su expresión por un gesto frío y duro.

— Paul, por favor...

— Por lo que se ve, estás jugando conmigo mientras tu esposo está de viaje.

— Te amo —Los ojos de ella se llenaron de tristeza y ansiedad.

—¿Entonces cuándo vas a decirle que quieres divorciarte? —Le exigió.

— Pronto. Estoy buscando el momento apropiado —_____ se había puesto pálida, y en los rasgos bonitos de su cara expresaba cierta tensión.

— Teniendo en cuenta que él solo duerme contigo una noche al mes, puedo esperar sentado aquí hasta el año que viene, según tú. Tal vez lo ames al desgraciado...

— ¿Y crees que es posible? Tu sabes bien que nuestro matrimonio no es como otros.

— ¿Y no quieren los periódicos aprovecharse de esa situación? —Se río Ryan burlón.

— No me hace ninguna gracia, Ryan.

— Bueno. Lo único que me tranquiliza es saber que si yo no soy tu amante, él tampoco lo es. Un verdadero misterio. Mírate. La esposa virgen después de cinco años. Y sin embargo a él rara vez no se le ve con una jovencita colgada del brazo. Quizás sea un homosexual no declarado.
El estómago de ella se revolvió. Pensó que había sido una locura contarle a Ryan la verdad sobre su matrimonio. No se trataba de que fuese a usarlo en su contra. Le tenía verdadera confianza a Ryan, pero se daba cuenta de que su confesión podía resultar peligrosa, si bien servía para calmar los celos de Ryan hacía Justin.

— ¡No hables así de él! —Se quejó _____.

— ¿Acaso no estás cansada de él? No creo que jamás tengas la valentía de decirle que quieres ser libre nuevamente. Me parece que estoy perdiendo el tiempo contigo.

— No, eso nunca —Dijo ella aterrada ante la idea de perderlo.

No podía imaginarse volver a los tiempos de su vida sin Ryan. Una vida aburrida, vacía. Días interminables. Sin ninguna vida social. No tenía amigos. La observaban en todos los sitios a los que iba. La puerta de su cárcel se había cerrado el día de su boda, y ella había sido tan tonta, tan ingenua de no darse cuenta hasta que había intentado pasar las rejas.

—¿Entonces cuándo? —Presionó él.

— Pronto. Muy pronto. Te lo prometo.

— No entiendo por qué no recoges tus cosas y te vas. No se puede decir que no tengas motivos para divorciarte de él. El adulterio no va a pasarse de moda mientras ande por ahí Justin Bieber.

— Tengo que hacerlo bien, Ryan. ¿No crees que le debo eso al menos?

—No creo que le debas nada. Ni siquiera es tu esposo ante los ojos de la iglesia ni de la ley —Ryan insistió.

— ¡Me tengo que ir! —Dijo _____ mirando el reloj de pulsera. Ryan le rodeó los hombros y la besó con demostrada maestría.

— Te llamaré —Le prometió— Te quiero.

_____ salió corriendo. Estaba cerca de la peluquería en la que había reservado hora para una larga sesión de masaje. Era demasiado arriesgado encontrarse con Ryan. Y su cabeza le decía que cuanto más tardase en confesarle la verdad a Justin y pedirle el divorcio, más se arriesgaba a que fuese descubierta. Pero, entonces, ¿Qué importaría realmente? A Justin no le importaba lo que hacía ella. Lo veía una vez al mes cuando él pasaba por Londres, y el año anterior ni siquiera lo había visto con esa frecuencia. A veces Justin le pedía que organizara una cena de negocios. Pero no era frecuente. Había ocurrido pocas veces, y muy espaciadas. Incluso se solía comunicar con ella a través del personal de su empresa, en caso de necesitarlo.
Durante el tiempo que llevaban casados, Justin no la había invitado a salir nunca, ni siquiera la había llevado a una fiesta. Solía llevar a otras mujeres en ese caso, pero a su esposa jamás. Justin dormía en el ala de la casa que había acondicionado para sí. E incluso las pocas noches que habían dormido bajo el mismo techo, lo había oído salir tarde, y regresar al amanecer. Es decir que ni siquiera se podían contar esas noches como compartidas con él. 

Un matrimonio diferente.Onde histórias criam vida. Descubra agora