Intermisión: Días de escuela

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Mi nombre es Loretta Robinson. Nací un dieciséis de junio del 2002, en el United Hospital de Saint Paul, Minnesota. ¿La razón que me impulsó a escribir este diario? Desahogo; Una necesidad urgente de sacar todo lo que me siento obligada a guardar dentro de mí con el fin de no agobiar a aquellos que más quiero, mas, ya no veo capaz de contener.

Ya han pasado dos años desde que mi familia tomó la incomprensible decisión de salir de nuestra vida acomodada y perfecta en Estados Unidos para venirnos a una diminuta región cercana al istmo centroamericano; Un "interesante" país llamado Costa Rica, y ya por cumplido un periodo prudencial para adaptarme al cambio cultural y demás aspectos, puedo decir una con absoluta seguridad: Este el peor lugar sobre la faz de la tierra.

Comparado a los Estados Unidos, este es un país "en vías de desarrollo" (Aunque llamarlo así es pecar de ingenuo), y las insoslayables diferencias entre ambos lugares se observan a la luz del día: Al llegar al país, note la enorme cantidad de "verde" que cubre todo el territorio, lo cual inicialmente pensé que se veía lindo, pero, no paré a considerar el por qué de tanto verdor: El clima tropical, que lo describiría como una experiencia fidedigna de lo que se sentiría morir encerrado en una olla de presión, con la humedad y el sol combinándose para hacer cada momento el exterior una vivencia miserable, y eso, aunado a los mosquitos, moscas, hormigas, y demás creaturas que reptan en esta jungla cuasi-civilizada.

Las cosas no mejoran en la urbe: El calor persiste aquí también, y exacerbando todo esto, está el horrible panorama de la capital de este país: San José, un lugar ahogado en indigentes, criminales, gente sudada, y un pungente olor a orina en casi cualquier esquina. Pasar aquí cualquier medida de tiempo es equivalente a tortura

Mis padres, en especial, mi mamá, me han dicho que es cuestión de "acostumbrarse", y de "fijarse en las cosas buenas", lo cual supongo es razonable, pero si hay algo que encuentro imposible de llegar a buenos términos con es con, sin duda alguna, sus habitantes. Son la colección más grande de mezquinos, crueles, deleznables, primitivos, y en un todo, estúpidos humanos con los que he tenido la desdicha de relacionarme. Desde que llegué, parece que solo buscan hacer cosas con el objetivo de ser odiados: Por ejemplo, yo no soy una persona sociable, y tampoco sé hablar muy bien español, incluso con las ayudas de mi madre, por lo que traté de conversar con mis compañeros, buscando aprender a desenvolverme mejor, pero ¿Qué pasó realmente? Empezaba a tartamudear, lo que hacía que los demás niños se rieran de mí, comenzarán a arremedarme y ridiculizarme por el hecho, y dejarán atrás cualquier intención de tener una conversación normal conmigo.

No comprendo qué les causa tanto orgullo en hablar español mejor que yo: Hablar bien el idioma predominante de tu país es el mínimo esperado, no alguna aptitud de la cual estar orgulloso, y si alguien piensa diferente, pues eso explicaría los niveles de pobreza y delincuencia de este lugar. A veces, justificó eso diciéndome "simplemente soy más inteligente que estos niños", pero, cuando veo a los adultos, ellos también parecen andar en el mismo espectro de intelectualidad que sus hijos, manteniendo el mínimo absoluto de actividades mentales para parecer seres humanos, ignorando problemáticas importantes en favor de los resultados de la selección nacional de fútbol soccer (La cual, siempre parece perder, y aún así, la gente se enoja cuando sucede. ¿Por qué alguien que, se supone ya ha llegado a la madurez mental, se enojaría cuando lo inevitable sucede?)

El punto es que, en este país, me siento rodeada de estúpidos, con los cuales me repugna la sola idea de tener que entablar algo que se aproxime a una amistad. Sin este diario, y sin las visitas de Henry, estoy segura de que podría considerarme la persona más solitaria en el mundo...No obstante, hay una persona que, aunque ni en mis más salvajes sueños llamaría "amiga" (A duras penas, la llamaría "confidente"), me ha funcionado como una especie de recipiente en el cual soltar mis pensamientos. Es una compañera de escuela, y podría decir que se diferencia un poco del costarricense promedio; No en lo que respecta a inteligencia, no, más bien, diría que recibió tan solo media ración de neuronas en comparación a sus compatriotas, pero, de forma milagrosa, no contiene la misma malicia que estos; Considerando el nido de ratas que este lugar, no estoy en posición de pedir algo mejor. De igual manera, ella es la única que no se burla de mi acento o pronunciación (Al menos, no frente a mí), y puedo sostener una que otra conversación con ella; Todas insulsas y frívolas, pero suficiente para entender mejor este molesto idioma. El nombre de la chica es-.

Amor entre perdedoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora