Capítulo 26-V

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Un sonido estridente, carrasposo e insistente irrumpió sin consideración en el cuarto, provocando que Loretta abriera los párpados con violencia, soltando un suspiro, mientras salía lentamente del rezago mental que viene con despertar. Limpia el contorno de sus ojos usando la yema del dedo, y cuando ya empieza a enfocar la vista, nota que el cuarto sigue profundamente oscuro, gracias a las robustas cortinas de la habitación, y de no ser por la alarma, aún pensaría que es de noche. Mira a su costado y ve un bulto debajo de las sábanas, que pasa y resulta también es su mejor amiga, así que la sacude para que despierte, sin aval alguna. Abre las cortinas para dejar pasar el sol, alumbrando las diminutas partículas suspendidas en el aire. Insiste con sus sacudidas, además de llamarla por su nombre, y cuando eso no funciona, se decanta por la opción nuclear, y quita las sábanas de su cara, o eso pensó...

-¡Aah! -Gritó la madrugadora, al ver que debajo de la cobija no había un rostro, sino un par de pies. Inmediatamente, quitó la tela blanca un único movimiento de la cadera, similar a cuando un mago remueve el mantel de una mesa sin botar nada de lo que tenía encima.

Al parecer, Guadalupe se había quedado dormida jugando; Su cara se había moldeado con la figura de su control, mientras que un fino hilo de baba descendía hacia los azulejos de la habitación. La rubia tomó a la trigueña por ambas piernas, la jaló hacia a ella, le dio la vuelta para que quedara mirando hacia el techo, y despegó el control de su mejilla, el cual sonó "Plop" justo al salir. Las marcas rojas de los botones y la gran baba en su boca no hicieron más que hacerla reír silenciosamente, sin embargo, antes de darse cuenta, ya se había acercado bastante a la cara de la bella durmiente, mientras sus manos se hundían en el pulcro colchón, a ambos lados del torso de Lupe. Ni ella estaba segura de cuánto tiempo llevaba mirándola así, pero no haría daño quedarse así un poquito más, pero tampoco notó que todo eso tiempo, ella también estuvo boquiabierta, y una gota de saliva rebelde se deslizó de su labio antes de que pudiera limpiarla, con tan mala (O buena) suerte que cayó justo en el labio de la otra chica.

Esto bastó para que Lupe arrugara la cara, soltara un reverberante bostezo, y poquito a poco, fuera despertándose, al mismo tiempo que Lore retrocedía hacia el marco de la cama, con ambas rodillas juntas. La fleco de tubo (Aunque a esa hora, todo su pelo era un montón de revoltijos) revolvió su puño cerca de su ojo para limpiarlo, mientras que con el otro, notó la presencia de Loretta:

-Ah, te levantaste primero, Lore. Buenos días... -Dijo Lupe, adormilada todavía- ¿Es tarde?

-Buenos días, Lupe. Son las seis con cuarenta y cinco, así que todavía tenemos tiempo para alistarnos antes del desayuno -Contestó con una sonrisa tranquila.

-Muy bien, 'tonces, vayamos despertando a las-. -Al decir esto, sintió como su mano se hundió un poco sobre la cama, justo donde Loretta había tenido sus manos puestas hace poco, y de forma involuntaria, vio que su control ahora estaba extrañamente más cerca de la chica que no jugó anoche que de ella, e instintivamente, dirigió su mirada de vuelta hacia Loretta, quién se puso roja igual que una prueba tornasol empapada con ácido muriático, y reaccionó a taparse el rostro con la almohada, mientras se excusaba:

-¡N.no te estaba viendo dormir! ¡Te lo juro!

La sangre de Lupe se rejuntó en sus mejillas, guiando todo su calor corporal hacia ahí. Sus ojos, cada vez más conscientes de lo que acontecía, rehuyeron de los ojos claros de Loretta, directo a ver sus manos, que se juntaban y rejuntaban sin ton ni son, en contorsiones extrañas y nerviosas, igual que las de un culpable en el banquillo de los acusados, seguro de que su próxima palabra lo va a delatar. Ante tanto silencio, Loretta asomó su mirada por encima de la almohada, encontrándose con Lupe jugando inquieta con sus dedos, y cuando ella se siento observada, levantó su vista hacia la rubia, acomodó sus remolinos de pelo lejos de su cara, y le regaló el presente más sincero e ideal para la ocasión: Una sonrisa cómplice. Ninguna sabía, pero, aun entonces, las estrellas fugaces no habían desaparecido, y el recuerdo de la noche anterior seguía tan fresco como la habitación en que estaban. La chica del peinado anticuado naturalmente aún no sabía qué estaba pasando, por lo que saltó con ahínco y se excusó de estar ahí con decir que iba a despertar a las demás, mientras que Lore, que si bien, era muy tímida, tampoco era tarada, y entendía muy bien que si existía alguna posibilidad de que hubiera algo entre ellas, la estaba viendo justo ahora.

Amor entre perdedoresOù les histoires vivent. Découvrez maintenant