Capítulo extra #1: "A forest"

23 5 15
                                    

Hay oscuridad, solo eso. Ni sonido, ni olor, ni tacto, solo oscuridad. No se escuchan pasos, pero se está avanzando, porque la piel siente algo, es fresco. No se ve lo que está al frente, pero existe y huele a tierra mojada. Llegan ruidos, de burbujas, y de enormes masas de agua alrededor. No hay error, es una pequeña corriente, como un hilo de agua vertiéndose desde un hondo cántaro. El frescor desaparece, ahora es frío, una brisa choca con la piel, húmeda y expuesta, y manos de musgos se despegan de su cuerpo, acaba de renacer. Atrás no hay más que una pequeña fosa donde desembocaba un riachuelo. No vale la pena pensarlo, hay que seguir adelante.

Solo hay verdor por todos lados, y apenas si la luz entra a través de los nublados. ¿Es el amanecer o el ocaso? Quién sabe. Igual que antes, solo hay silencio, brevemente cortado por el ruido de ramas rotas debajo de los pies, tan monótono e inmutable, como palpitaciones; El bosque está vivo. Algo interrumpe la monotonía, un sonido arrítmico; Hojas secas pisadas en las inmediaciones. Lo que sea que haya pisado las ramas no tiene interés en ocultar su presencia y continúa haciéndolo. Mira rápido a su alrededor y se encuentra lo único que no es verde ahí, un zorro. El zorro camina lento, no está intimidado, no desea apresurarse, su tiempo solo le pertenece a él. A unos pocos metros, el zorro para y empieza a hablar.

-¿Estás perdido? -Su hocico no se mueve, pero sabe que es él.

Alguien habla, pero solo los oídos del zorro pueden escucharlo, las ondas se difuminan entre los árboles.

-Adelante no es una dirección. Estás perdido y no lo sabes. ¿Quién dice que adelante no está a tus espaldas? ¿o encima de cabeza? ¿o debajo de tus pies? Si estás perdido, sal de este bosque. Yo seguiré mi camino.

El zorro se marcha hacia el frente, caminando con paciencia; hay que seguir hacia adelante. Sigue al frente, siempre a la misma distancia; no muy cerca como para perderlo de vista, no muy lejos como para no escuchar sus suspiros. El zorro vuelve a hablar.

-Los perdidos no duran mucho sin comida.

Hay un cerdo salvaje, el zorro se escabulle y sale detrás de él, pero no lo ataca. El cerdo retrocede del susto y cae por unas piedras, murió por soledad. Una vez herido, el zorro termina el trabajo, mordiendo a la yugular. El zorro trae a su presa. La carne no tiene sabor, pero sí se sabe que es carne por su textura membranosa y espesa.

-Solo esta vez. La próxima, tú cazarás- Aclaró. Hay que seguir adelante.

El olor de otra alma que acaba de separarse de su caparazón inunda el aire. Aparece un perro, con un conejo entre sus mandíbulas. Por el rojo de la sangre, no fue hace poco que mató al animal. El sabueso abre la boca, dejando caer lo que traía y habla.

-Es mi regalo para ti. Seré fiel a ti por siempre.

Come al conejo. No tiene sabor, pero sabe que algo está cerca de tu cara por el olor que emite. Hay que seguir adelante. El perro siempre trata de acariciarle, no está nunca a más de un metro, pero nunca pide una caricia de vuelta. En un momento, aparece un venado. El perro trata de ir por él, pero maja su cola y lo detiene. El perro llora y como represaría, muerde a su victimario. No siente dolor, pero sabe que lo está haciendo porque ve la cal expuesta de sus huesos después. Con una piedra, el venado cae, murió por soledad. Se lo da al zorro, mas, este no acepta en un inicio, su orgullo le impide tomar el regalo de buena gana, pero lo acaricia con su hocico y se oculta junto con el venado en unos matorrales para comer en paz, a la vista de todos. No puede escuchar el sonido de los incisivos atravesando la comida, pero sabe que está comiendo porque saborea la carne roja en su paladar. Hay que seguir adelante.

El perro dice:

-Yo sé a dónde voy, pero no sé cómo llegar. Por eso, te seguiré por siempre.

El zorro interrumpe:

-Ambos están perdidos, porque no saben dónde están. Yo no, porque no sé a dónde voy, así que siempre llegó a mi destino.

Los árboles de copa alta empiezan a atravesar el cielo, se pierden entre las nubes, y ve la salida del riachuelo. El cielo empieza a reflejar la imagen de la tierra. Camina a través de las nubes y de pronto, siente un frescor, de la brisa chocando con la piel mojada y hacia el frente, un desierto infinito, infinitos médanos, infinita muerte. Entre los cristales heterogéneos y las ráfagas áridas, hay un espejo, un banquito y una mesa de noche. Se sienta en el banco y mira directo al espejo. No puedes ver su reflejo, pero sabe que está ahí, porque escucha su voz salir de él. Sus palabras son:

-Solo hay un camino para llegar a adelante. Puedes caminar hacia el frente, o a tu izquierda, o a tu derecha, o cavar bajo la tierra o volar hacia el cielo. Solo hay un camino. Y antes de partir, deberás decidir. Lo dejé para que lo hagas tú.

Volteas hacia la mesa de noche y abres uno de los gabinetes. Un río de arena se expide del cajón, esta arena es suave, tersa, cálida. Cuando el gabinete se ha despojado de todo el polvo, permanece un único contenido: Un revólver.

La decisión es clara, pero ninguno de los animales trata de huir, ya no pueden vivir sin usted. Simplemente camina hacia adelante, y empieza a sentir el agua empapando tus rodillas, se sumerge y antes de meter la cabeza, escucha un claro reclamo de los dos animales.

-¿Por qué no me mataste?

Hay oscuridad, solo eso. Ni sonido, ni olor, ni tacto, solo oscuridad. Ahora, hay un hielo rozando su sien, es metálico y huele a pólvora, es hipnótico. Aprieta el gatillo, no lo sintió, pero sabe que lo hizo, porque el reflejo del sol en el agua se ha teñido carmesí. Hay que seguir adelante. Hay que seguir adelante. Hay que seguir adelan-.

-¡Te! -Despertó Lupe, en la reconfortante oscuridad de su cuarto, mirando las estrellas fluorescentes pegadas en su techo. Bostezó y tomó su celular- Son las tres de la mañana. ¡Qué sueño más raro! -Exclamó mientras se estiraba y se sentaba sobre el borde de la cama- ¿Qué habrá significado aquello de...Mmm, ya se me olvidó.

Se levantó, fue al baño y volvió a acurrucarse en la cama. Con los ojos aún abiertos, dijo:

-Buenos, creo que es mejor no comerme un pedazo de queque con helado y una botella de coca antes de irme a dormir -Y volvió a cerrar los ojos, pero no pasaron cuando un borborigmo de su estómago se unió al grillar de los saltamontes- ...¿Habrá quedado un poco de ese queque?

Amor entre perdedoresWhere stories live. Discover now