Capítulo 38

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Desde que crucé la puerta principal, a mi nariz llegó el aroma a dulce y masa de galletas, no a galleta en sí.

Fiorella se encontraba en la cocina decorando unas golosinas, con glaseado de distintos colores. No quería interrumpirla, pero ella se da cuenta siempre que hay alguien a su alrededor.

—¿Estabas con Lía? —inquirió sin levantar la cabeza.

—Sí —respondí y tomé asiento cerca de la mesa—. ¿Sabes por qué está arreglando su casa?

—Su mamá va a dejar de viajar un tiempo, se consiguió un novio y quiere una vida de pareja por un rato.

—... Debe ser bueno para ella.

—¿Para la señora? —preguntó con el ceño fruncido, incluso dejó de apretar la bolsa de la duya en sus manos.

—No, Lía.

—Bueno —continuó lo que hacía—, pues al final de cuentas es su madre y seguro que la extraña. Es la única familia que tiene...

—¿Cómo te sientes?

—Bien —sonrió ante mi explícita manera de preguntar.

—Me refiero a cómo estás.

—... —suspiró—. Pues..., todavía duele, pero con el tiempo va a pasar. El médico dice que puedo prepararme y, con los cuidados necesarios, podría embarazarme y que todo salga bien.

—¿Tanto quieres un hijo?

—Aunque me asusta, lo he deseado toda mi vida —se aclaró la garganta en un intento de no llorar—. No solo me gustaría tener un hijo; quiero que sea con Colec. Va a ser el mejor papá del mundo —sonrió.

—Y tú la mejor mamá —aseguré, a lo que se alegró todavía más.

Concluyó el arcoíris de una de las galletas y la depositó junto a las que ya estaban listas, luego tomó otra más.

—¿Alexey no quiere tener hijos? —cuestionó de repente.

—No sé —respondí sin saber por qué me preguntaba eso a mí.

—¿No te sugirió tenerlos?

—... Una vez, el día que nos casamos. Me dijo que la corona que usé la tenía que guardar hasta que, por tradición o costumbre, no sé, se la entregáramos a la siguiente persona que la utilizaría el día de su boda; una hija, básicamente.

—Entonces sí pensó en las posibilidades de tenerlos contigo —me miró por el rabillo del ojo, no queriendo mover un músculo y arruinar el decorado.

—Igual y sí... —mascullé, pasando un dedo por la mesa—. No me gustaría.

Fiorella enserió, dejó la galleta aún sin terminar en la mesa y tomó asiento, con una expresión compasiva.

—Escucha, si en algún momento sucede, y no puedes decidir no tenerlo, estoy segura de que harías un gran trabajo.

—... ¿Tú crees? —sonreí y asintió con seguridad—. A duras penas puedo cuidar de mí misma. No pienso tomar la responsabilidad de un hijo.

No voy a arruinarle la vida a una criatura. Sería el acto más egoísta que podría hacer.

—Es tu decisión, solo no pienses que no vas a hacerlo bien —habló con un alto grado de empatía.

Nunca lo pensé correctamente, aunque estoy segura de que, de haber sucedido, de haber resultado embarazada, hubiese tomado la responsabilidad, no por mí, por quedármelo o porque lo quisiera, sino a razón de que estaba en un punto en el que hubiera hecho lo que Alexey me pidiera. Aun si el padre fuera Mijaíl, no lo habría sabido por mí.

Asentí, a pesar de que ya no quería seguir hablando del tema, de modo que preferí ayudarle a colocar las galletas ya listas en bolsas transparentes, dos por bolsa, con su respectivo listón para cerrarlas.

Este será el obsequio de Fiorella para los alumnos de Colec, quienes concluirán con las clases por un periodo. Algunos volverán al próximo ciclo y otros más tomarán otro camino.

...

El miércoles, el sujeto me solicitó estar presente junto con Fiorella y Lía, además de no irme hasta que el evento no culminara. Esto iba a comenzar a las tres de la tarde, de modo que, antes, luego de darme un baño y cambiarme, subí a la azotea.

Me situé no tan cerca de la orilla, observando los alrededores.

No estaba pensando en la ciudad, sino en Alexey, desde lo que hablé con Fiorella no lo había sacado de mi mente.

Tomé asiento con las piernas cruzadas debajo de mí.

Es difícil admitir, aunque sea para mí, que él nunca me engañó, más bien decía las cosas a medias o simplemente se las guardaba. Fui yo la que sacó sus propias conclusiones.

No podía creer que todo lo que sentí fuese solo mío y me convencí de que Alexey sentía lo mismo.

Pudo haberme dicho que no estábamos haciendo más que pasar el tiempo, en cambio, él me trató como si fuera especial, como si nuestro matrimonio valiera la pena y tuviéramos algún futuro juntos. Nunca pude siquiera pensarlo con seriedad, pero sí llegué a creer que tal vez no nos separaríamos como teníamos previsto.

En algún momento, fui yo la que se quiso quedar con él, porque ya lo tenía y no quería dejarlo ir.

Él me lo dio todo y luego me lo quitó.

Al mirar hacia abajo, a la calle, vi a Lía llegando, con su habitual movimiento grácil y poco interés a sus alrededores.

Ella no era lo que imaginé. No creí que esa niña pudiera reparar mi corazón, sobre todo porque no tiene ni la más mínima idea de que lo está haciendo.

En Lía lo vi todo.

...

Bajé antes de que subieran a buscarme o creyeran que estaba por aventarme, como aquella vez en la cornisa del Liceo.

Los niños se presentaron con sus padres a la exposición de las obras de estos, suceso realizado en el mismo estudio.

Están presentes académicos de la escuela de arte de la ciudad, así como algunos integrantes de institutos benéficos de la misma índole, creo que ellos son los que le dan el voto a Colec para mantener su ciudadanía. En mi caso, tengo una visa de larga duración, sin embargo, si causo problemas, me van a echar, por esa razón es que dejé por la paz el tema de Enzo.

Habíamos sacado las mesas, acomodado los estantes, limpiado hasta la última gota de pintura y el espacio fue perfectamente logrado. Hay luces decorativas, música de fondo, bocadillos y sillas.

Los trabajos estaban colocados en orden ascendente de evolución, donde cada artista tuvo su propio espacio único. Debo decir que los subestimé, pues me dejé llevar por el hecho de que se trataba de niños. Tengo que admitir que hay mucho talento en esas pinturas, dibujos y bocetos.

[4] CCC_Viraha | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now