Capítulo 3: El Secuestro

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-¿Que hago aquí?- me atraganto con mi propia lengua.

-¿Te encuentras bien?- su voz se incorpora en mi cerebro, y Elizabeth se coloca junto a mí, su rostro de ángel parecía de caer por mi aspecto.-Estaba asustada, te desmayaste.

Su voz se corta, y acaricia mi mejilla.

-Puedes ir por la enfermera...- sollozo, el dolor en mi pecho comienza a crecer, y recuerdo la razón por la cual fingí el desmayo.

-No te muevas, ella fue por una café.- responde, y una risa interna crece en mi ser.- regresare de inmediato.- expone, y sale de golpe por la puerta principal.

Me levanto de golpe, cierro la puerta con seguro; deseando que ella tarde más de lo necesario. Comienzo mi propia búsqueda desde el botiquín de la pared, hasta las gavetas de seguridad.

No estaba seguro si encontraría la anestesia local, en lugares como este; el número de accidentes se reducía, así que probablemente no sea necesaria en la enfermería de la universidad.

Abro el primer cajón, y en un botiquín de primeros auxilios encuentro, aquel frasco con el líquido transparente, tomó una jeringa de la mesa de marquesina, inserto la aguja en el frasco y el líquido comienza a llenar lentamente la jeringa, cuando este está al punto máximo; el dolor de la perdida por Emily comenzaba a aparecer en mi cerebro, todas las imágenes saltaban a mi memoria.

-No es nada.- suelto.

Alzo la jeringa al aire, inserto la aguja en mi pecho, siento como el líquido comienza a recorrer por cada facción de mi cuerpo. Esta tenía un efecto secundario en mi cerebro, pero no me importaba, necesitaba oscurecer mi presente, y no sentir nada a mí alrededor.

Apretó los dientes, y me inyecto otra porción. Suspiro al sacar la aguja y mi yo interno jadea al sentir como la anestesia hacia su efecto...

Todo es más claro...

Todo más frio...

Me coloco el bolsón en el hombro avanzando a la salida, la enfermera y Elizabeth aparecen a mi encuentro con los ojos abiertos, y desconcertados.

-Estoy bien.- sonrío ampliamente.

-Tengo que revisarlo.- anuncia ella.

-No es necesario.- alzo las cejas. Me acerco hasta Elizabeth apoyando mi rostro para estar cerca de su oído.- Te veo en la fiesta.- le susurro, y prosigo a la salida.

Las miradas en el pasillo me siguen, y busco ese punto de distracción entre la masa de personas, Derek se encontraba apoyado en una pared. Su mirada seria llamo mi atención, parecía que le molestaba algo.

-Estas... bien...- aúlla molesto.

-De maravilla.- respondo, y él se centra en mi mirada.

-¿Te llevo a tu casa?- propone dudoso.

-Perfecto, ya estoy comenzándome a aburrir.- resoplo.

Avanza hasta el parqueo, no sabía porque su amabilidad era empalagadora, quizás se debía a que sentía lastima por el huérfano de la clase, o el simple hecho de estar comprometido al ver como fingí desmayarme. Pero sin importar la situación que lo lleva a esta amabilidad; no me molesta aprovecharme de eso.

-Anthony.- grazna Jensen, se coloca en la puerta del copiloto evitando que me introdujera al auto.

-¿Qué sucede ahora?- pregunto más por aburrimiento que por curiosidad.

-Quieren saber, que vas hacer con los cuerpos...- hace una pausa innecesaria.- Para la hora del sepelio.

-Jensen.- se centra en mi respuesta.- No me importa que hagan con los malditos cuerpos.- suelto una carcajada amarga.- Que decida...- analizo, paso mi mano en el cuero cabelludo, esperando que ellos pensaran que lo tomaba enserio.- la verdad no me importa quien decida.

Todo Depende de tiOnde histórias criam vida. Descubra agora