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Los sentimientos eran uno de los mayores obstáculos para cualquiera de los asistentes trabajando para la realeza eldiana e imperial. Era un desafío tener que escuchar comentarios estúpidos de gente con gran poder que llevan títulos reales para ser los líderes de sus naciones, observar a los distintos comportamientos demasiado cuestionables de la gente a la que servían y no poder decir nada al respecto era un mártir.

Pero lo más difícil de trabajar para la realeza era observarlos ser ingenuos. Al menos eso era lo que le pasaba a Jean Kirstein desde el momento en el que aceptó ser el asistente real de la Princesa Alizel.

—La familia Imperial abandonó la Isla hace unos días, hoy ellos disfrutarán su luna de miel, al fin tendremos un poco de tiempo libre. —murmuró Connie mientras sacudía su mano derecha hacia el crucero que llevaba a la pareja real.

—¿Tiempo libre? —se burló Hange—Oh chicos, tenemos tanto que investigar sobre el gen Ackerman y el gen Kabáh.

La conversación al asistente de la Princesa realmente no le importaba, su vista era espectacular al tener el privilegio de solo poder verla en un vestido floreado y bastante ligero, además solo resaltaba más por la sonrisa que iluminaba su rostro.

Una belleza sin duda alguna.

—Poderosos herederos brindará la Princesa, estoy segura de eso. —agregó Hange finalmente obteniendo la atención de Jean.

—Su alteza real dijo que solo tendría un hijo por exigencias del Imperio. —contestó él mirando a su comandante.

—El Parlamento de Paradis no permitirá eso, debe tener al menos tres hijos para que el linaje Ackerman sobreviva. Al menos así lo dijo el tío de su majestad. —dijo Sasha aún despidiendo a la pareja real.

—Desde que el duque se convirtió en miembro oficial del Parlamento ha hecho todo aún más complicado. Exige demasiado como si no fuese el miembro de la familia Real más irresponsable. —bufó Armin en un tono que mostraba lo agotado que estaba.

—No es el único exigiendo, los imperiales insisten en que los agreguemos a la milicia pues varios han sido tratados como atracciones de la Isla. —agregó Hange finalmente volteando hacia sus soldados.

—Tienes razón, hablé con la asistente imperial de su alteza y mencionó que varios eldianos, hombres como mujeres, al momento que ellos hacer sus respectivas guardias, son tratados como rarezas de la Isla. —dijo Jean hacia el resto.

—No son tomados en serio. Aún a pesar que son literalmente guerreros, el Parlamento debería hacer algo. —habló Connie hacia su comandante.

—El tiempo definirá todo, debemos ser pacientes y aguardar para que sucedan las cosas. Por el momento enfoquémoos en estudiar a nuestra pareja real y predecir qué tan fuertes serán sus futuros herederos.

GOD SAVE THE QUEENWhere stories live. Discover now