❝ your words up on the wall, as you're praying for my fall and the laughter in the halls and the names that I've been called ❞
dónde arlette potter tiene dos locos inmortales intentando matarla.
female harry potter
El Ladrón del Rayo ✔️
El...
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Desperté, algunas luces y el suelo temblaba... El expreso de Hogwarts se ponía en marcha y la luz había vuelto. Por lo visto me había resbalado del asiento y caído al suelo.
Sentía ganas de vomitar. Al levantar la mano para subirse las gafas, notó su cara cubierta por un sudor frío, me levanté con dificultad. o
—Toma —me dijo, entregandome una tableta de chocolate—. Cómetelo. Te ayudará.
Cogí el chocolate, pero no me lo comió.
—¿Qué era ese ser? —le pregunté a Lupin.
—Un dementor —respondió Lupin —. Era uno de los dementores de Azkaban.
El profesor Lupin arrugó el envoltorio vacío de la tableta de chocolate y se lo guardó en el bolsillo.
—Comelo —insistió—. Te vendrá bien. Disculpadme, tengo que hablar con el maquinista...
Pasó por delante mío y desapareció por el pasillo.
Dioses, me había enfrentado a las tres furias a la vez, creo que incluso maté a dos, mis memorias se volvieron borrosas tras el desmayo. Me comí el chocolate.
—Llegaremos a Hogwarts en diez minutos —dijo el profesor Lupin cuando regresó—. ¿Te encuentras bien, Arlette?
No pregunté cómo se había enterado el profesor Lupin de mi nombre.
—Sí —dije, un poco confusa.
No hablamos apenas durante el resto del viaje. Finalmente se detuvo el tren en la estación de Hogsmeade, y se formó mucho barullo para salir del tren: las lechuzas ululaban, los gatos maullaban.
En el pequeño andén hacia un frío enorme que me puso colorada la nariz. La túnica apenas me daba el suficiente calor, incluso desee que apareciera Apolo mágicamente a intentar matarme, porque irradiaba un calor enorme, cómo si el sol viviera dentro de él.
—¡Por aquí los de primer curso! —gritaba una voz familiar. Me volví y vi la silueta gigante de Hagrid en el otro extremo del andén, indicando por señas a los nuevos estudiantes (que estaban algo asustados) que se adelantaran para iniciar el tradicional recorrido por el lago. No pude evitar pensar que Percy se tiraría al lago para hablar con el calamar gigante.
No pude hablar con él porque la multitud md empujaba a lo largo del andén. Seguí al resto de los alumnos y salí a un camino embarrado y desigual, donde aguardaban al resto de los alumnos al menos cien diligencias, todas tiradas por caballos esqueléticos. Un escalofrío me recorrió la espalda.
La diligencia olía un poco a moho y a paja. Me sentía mejor después de tomar el chocolate, pero aún estaba débil.
Mientras el coche avanzaba lentamente hacia unas suntuosas verjas de hierro flanqueadas por columnas de piedra coronadas por estatuillas de cerdos alados, vi otros dos dementores encapuchados y descomunales, que montaban guardia a cada lado. Estuvo a punto de darle otro frío vahído.
