xii | we bribed the ferryman of death

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     Estábamos en las sombras del bulevar Valencia, mirando el rótulo de letras doradas sobre mármol negro: «ESTUDIOS DE grabación EL otro barrio

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     Estábamos en las sombras del bulevar Valencia, mirando el rótulo de letras doradas sobre mármol negro: «ESTUDIOS DE grabación EL otro barrio.»

Debajo, en las puertas de cristal, se leía: «abogados no, vagabundos no, vivos
no.»

Era casi medianoche, pero el recibidor estaba bien iluminado y lleno de gente. Tras el mostrador de seguridad había un guardia con gafas de sol, porra y aspecto de tío duro.

—Muy bien. ¿Recordáis el plan?

—¿El plan? —Grover tragó saliva—. Sí. Me encanta el plan.

—El plan es una mierda —Murmuré, chocando mis dedos contra mi muslo de forma impaciente.

—¿Qué pasa si el plan no funciona? —preguntó Annabeth.

—No pienses en negativo.

—Vale —dijo—. Vamos a meternos en la tierra de los muertos y no tengo que pensar en negativo.

Sacó las perlas de mi bolsillo, las cuatro que la nereida me había dado en Santa Mónica. Si algo iba mal, no parecían de mucha ayuda.

—Lo siento, Percy, los nervios me traicionan. Pero tienes razón, lo conseguiremos. Todo saldrá bien. —Y le dio un codazo a Grover.

—¡Oh, claro que sí! —dijo él, asintiendo con la cabeza—. Hemos llegado hasta aquí. Encontraremos el rayo maestro y salvaremos a tu madre. Ningún problema.

Se metió las perlas en el bolsillo.

—Vamos a repartir un poco de leña subterránea.

Entramos en la recepción de EOB.
Una música suave de ascensor salía de altavoces ocultos. La moqueta y las
paredes eran gris acero. En las esquinas había cactos como manos
esqueléticas. El mobiliario era de cuero negro, y todos los asientos estaban
ocupados. Había gente sentada en los sofás, de pie, mirando por las ventanas
o esperando el ascensor. Nadie se movía, ni hablaba ni hacía nada. Con el
rabillo del ojo los veía a todos bien, pero si me centraba en alguno en
particular, parecían transparentes. Veía a través de sus cuerpos.
El mostrador del guarda de seguridad era bastante alto, así que teníamos
que mirarlo desde abajo.
Era un negro alto y elegante, de pelo teñido de rubio y cortado estilo
militar. Llevaba gafas de sol de carey y un traje de seda italiana a juego con su
pelo. También lucía una rosa negra en la solapa bajo una tarjeta de
identificación. Intenté leer su nombre.
—¿Se llama Quirón? —dije, confundido.
Él se inclinó hacia delante desde el otro lado del mostrador. En sus gafas
sólo vi mi reflejo, pero su sonrisa era dulce y fría, como la de una pitón justo
antes de comerte.
—Mira qué preciosidad de muchacho tenemos aquí. —Tenía un acento
extraño, británico quizá, pero también como si el inglés no fuera su lengua
materna—. Dime, ¿te parezco un centauro?
—N—no.
—Señor —añadió con suavidad.
—Señor —repetí.
Agarró su tarjeta de identificación con dos dedos y pasó otro bajo las letras.

¹ENEMY (PJO&HP)✔️Onde histórias criam vida. Descubra agora