El omega ya destilando preocupación y miedo al ver el estado de su cachorrito, no dudo en acercarse rápidamente, parando abruptamente su caminar el ver lo que traía en manos su niño.

Tal vez, ahora entendía la razón de su cara y de la rabia contraída en él.

—Cariño...¿de donde sacaste el celular?— Ian intentó preguntar con calma, a sabiendas que la tensión en la habitación subía de a poco.

Al parecer, fueron esas palabras las que terminaron de despertar toda la molestia en el pequeño Kingston.

—Eso mismo me pregunto yo— Elio respondió tajante, queriendo verse lo más serio posible, aun cuando dentro de él tenía unas enormes ganas de llorar al no saber como manejar esto.

Elio ignoró los pequeños aúllos de Milo, quien intentaba pararlo al conocer y saber, sus posibles malas respuestas y precipitadas acciones.

—Eli, bebé, ¿podrías entregarle el teléfono a mamá?.

Ian le sonrió, tratando de transmitirle calma, sin saber, que había hecho todo lo contrario.

—¿Por qué tendría que hacerlo?— Elio preguntó desafiante, importándole poco la sorpresiva mirada de su padre omega— ¡no soy un bebé!.

—Mi amor, se que estas molesto ahora —Ian soltó un pesado suspiro. Esto era lo que temía. Aunque sin duda alguna lo que más lo aterrorizaba era esto, el actuar de su hijo al enterarse de todo. o bueno, casi.

Elio no es que sea muy bueno ocultando su descontento, y la molestia que sentía, era palpable inclusive en su olor, aunque...estaba contrarrestado con algo más...

—Pero hablemos, ¿te parece?, dame el celular y cambiémonos de ropa, ¿si?, mami te explicará  todo y después podemos abrazarnos, ¿esta bien?.

Elio negó rápidamente, alejándose cuando Ian intentó acercarse.

—¡No! ¡por supuesto que no quiero! —Elio exclamó, revelándose— ¡no quiero nada tuyo!.

Su voz se rompió un poco al final, una opresión en su pecho haciéndose presente al reconocer las palabras que había dicho.

Milo gruñó, volviendo a tapar sus ojitos ante la ya demasiado tensa situación.

Ian relamió sus labios, no queriendo mostrarse dolido ante el rechazo de su pequeño.

—Elio, calmemonos primero, ¿si?, hazlo por mi y por papi. Tus palabras me hicieron sentir triste, y se que tu también estás molesto, ¿de acuerdo?, resolvamos esto de la mejor manera, cariño.

—¡No quiero resolver nada!.

Elio gritó, ya con sus ojos completamente cristalizados, y con su mente en blanco donde no analizaba las palabras que decía.

Fue tanto, que ni siquiera se dio cuenta de la presencia de su padre hasta minutos después. Bastian llego confundido al escuchar tanto escándalo desde su oficina, seguido de la sorpresa al ver lo que sucedía, no tardando en unir puntos hacia lo que pasaba.

—¿Qué sucede?, Hijo, ¿qué ocurre?.

Las preguntas de Bastian fueron completamente ignoradas por un Elio que cegado por la rabia, gritó tirando del teléfono al piso.

—¡No quiero nada de ustedes! ¡son unos completos mentirosos! —Elio gritó furioso, su voz rota combinándose entre el dolor y rabia que sentía— ¡y...y unos egoístas!.

—Elio...—Ian cerró sus ojos con fuerza, al verse interrumpido de nuevo por su cachorro.

—¡Primero me traen aquí sin mi consentimiento! ¡a un lugar desconocido, con gente desconocida y tratan de cuidarme como si nada hubiese pasado!.

Cachorrito Perdido - ABDLWhere stories live. Discover now