28. Soy tu trébol

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Soy tu trébol

Clover

Pocas veces Callum y yo permanecemos en silencio en un lugar cerrado y puedo contar con las dos manos los momentos de tensión que hemos tenido a lo largo de nuestra relación de un año y medio.

Puedo darme cuenta de que hoy es diferente.

Me remuevo en el asiento acomodando mi falda de volantines y revisando el escote de mi camisa azul cielo ajustada. La música suena de manera baja llenando el auto y agradezco que Stephan no haya venido con nosotros y que saliera mucho antes porque la tensión se puede cortar con un cuchillo de mesa.

No debí tomar esa siesta y no debí reaccionar de esa manera cuando Callum solo quería ayudarme.

La mañana había empezado bien, habíamos comenzado a empaquetar las cosas y seleccionar lo que sería vendido debido a que en dos semanas y medias debemos salir de la casa. Había sido un momento lindo y divertido en donde se me hizo increíble darme cuenta de que habíamos vivido juntos y creado tantos hermosos recuerdos.

Entre besos habíamos terminado en la cama, follando lento, pero tan profundo que aun puedo sentirlo dentro de mí.

Había sido perfecto y nos habíamos quedado tonteando, hablando, haciendo un recuento por nuestra historia y creando escenarios hipotéticos sobre nuestro futuro cuando regrese de Brasilia e inicie mi postgrado en Londres.

Me había dormido a su lado, en la seguridad de su calor corporal y todo había sido placido, hasta que se volvió una pesadilla.

Esta fue peor, muchísimo peor.

No corría, estaba en los edificios abandonados.

No era una sombra tocándome, era Bryce.

Gritaba, pero ningún sonido salía, no podía escuchar lo que decía, pero sus labios se movían mientras me miraba lascivamente y sonreía haciéndome sentir asqueada. Sus manos estaban en mis pechos, mis costados, mis muslos y cuando iba a mi entrepierna, el escenario cambió.

Ya no estaba en el suelo, me encontraba con la mejilla contra una pared mientras sentía el aliento de alguien en mi oreja, pero no podía escuchar lo que me decía. Pero pese a que las nuevas manos eran más pequeñas, me hacían mucho daño.

Lo siguiente que supe es que estaba frente a ella, porque era una mujer a la que no podía distinguirle los rasgos, sus labios se movían con un sonido que no entendía y entonces sentí algo frío en mis manos.

Me sentí ajena a mi cuerpo, como si viera todo desde arriba.

Vi desde afuera mi mano subir con la llave de en lo que en ese momento era mi apartamento compartido con Edna, presencié como deslizaba los dientes irregulares desde la esquina de su ojo hasta parte de su labio superior.

Había mucha sangre en su rostro.

Después la llave estaba en su vientre, encajada en una puñalada. Yo estaba en el suelo con cortadas, temblando, con dolor, aturdida y tanta sangre en mi mano.

«No le daré mi mente, no le daré mi mente» Era lo que pensaba, pero entonces la mano de la mujer estaba en mi cuello y sonría mientras me asfixiaba.

—No se marca a una cobra, vaca gorda —dijo con crueldad cortándome la respiración.

Su herida ya no era fresca, era una furiosa línea de queloide rosada arruinando su rostro y pude verla: ojos claros, cabello castaño, rostro ovalado con labios finos y pómulos altos, no me parecía horrenda, pero era claro que antes de la cicatriz fue preciosa y perfecta.

Clover (Parte I y Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora