43. No aquí, no así

40 1 2
                                    

Madelen

Ha pasado un par de semanas y a pesar de todos nuestros esfuerzos, no logramos recuperar las propiedades de mis suegros, ver a la señora Vanessa salir de su casa me rompió el corazón, allí fue donde comenzaron una nueva vida, donde sus hijos salieron adelante, en dónde han pasado los momentos más hermosos de sus vida. Además que también les toca trasladar su negocio a otro lado.

Mientras mi cuñada resuelve lo del negocio y en dónde vivirán mis sueros, Steven y yo decidimos pedirles a sus padres que vivieran con nosotros por un tiempo, quizás un cambio de ambiente los ayude a mejorar su ánimo.

En la mañana, mientras Steven me lleva al trabajo me pide que comience con los preparativos de la boda para aprovechar que sus padres están aquí, de ese modo mantenerlos ocupados, para que no piensen tanto en lo que les ha pasado.

Me pareció una buena idea, así que durante el día estoy buscando alguna planificadora de bodas para que me guíe en el proceso, ya que Pía y Rosmery me dieron una larga lista de los beneficios de tener una planificadora en vez de hacer todo por cuenta propia.

Veo la hora, ya son casi las diez de la noche y aún sigo pegada a la computadora, por un error en algunas facturas y estoy buscando en dónde está el fallo, pero estoy tan cansada que no logro dar con el problema, creo que lo mejor será dejar esto así y continuar mañana.

Llamo Steven para que me venga a buscar, debe haberse quedado dormido, de lo contrario desde hace rato hubiese venido a buscarme.

Marco su número, al segundo repique responde, lo escucho algo adormilado. Me ha dicho que en diez minutos estará aquí, así que recojo todo, apago y guardo mis cosas. Salgo de la pastelería, ya no debe tardar en llegar.

Aseguro bien la puerta, al voltearme me llevó un gran susto al ver a Elvis detrás de mí.

—¿Qué haces aquí a esta hora? —Llevo mi mano derecha al pecho, sintiendo mi corazón latir rápido.

—Vengo a hacerte una propuesta.

—Te hemos dejado bien claro que no estamos dispuestos a ceder, te quedaste con la casa y el negocio de mis suegros, no hay nada más que puedas pedir y que estemos dispuesto a darte —respondo tajante.

—Estoy dispuesto a devolverles todo si te vuelves a casar conmigo, no me darían ni un centavo por la deuda que he cancelado. Un intercambio justo —mete sus manos en los bolsillos del pantalón, con una sonrisa ladeada.

Me le quedo viendo sin poder creer que hable enserio, este idiota cree que soy un objeto de intercambio.

—Eso es algo que nunca va a suceder, no importa con qué me amenaces o qué negocio intentes hacer conmigo, mi respuesta siempre será un no —mi voz se eleva unos niveles más de lo habitual.

—¿Por qué no? ¿Se te olvidó lo feliz que fuiste a mi lado? —Da un paso más hacia mí.

Esta ha sido la gota que derramó el vaso.

—¡Eres un descarado! —Lo empujó alejándolo de mi— Me engañaste con cuánta mujer se te atravesaba por el frente, ni a tus secretarias las respetabas. Perdí la cuenta de cuántas veces confíe en ti y tú siempre buscaste la forma de fallarme una y otra vez, la única lección qué me ha quedado de todos esos años junto a ti, es qué no se puede confiar en una persona como tú —con mi dedo índice pullo su pecho repetidas veces.

—He aprendido mi lección, permíteme demostrarte que he cambiado por favor —agarra mi mano.

—No Elvis, aléjate de mí.

Elvis intenta acercarse a mí nuevamente, doy un paso atrás levantando mi mano derecha frente a él indicándole que no quiero que se acerque.

Ambos volteamos hacia la carretera al escuchar que viene un carro acercándose a nosotros, las luces altas nos ciega impidiendo ver el tipo de carro y mucho menos a la persona que conduce, Elvis me empuja hacia atrás cayendo sentada sobre el frío suelo, el carro lo impacta presionándolo contra la pared de la pastelería, abre mucho los ojos y su expresión de dolor es agónico, le da golpes al capo del carro e intenta quitárselo de encima.

Mi amor de primaveraWhere stories live. Discover now