22| Hora de verdades.

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Sentí una sacudida suave, así que traté de girar sobre mí misma para tomar una postura más cómoda, pero no me fue posible debido al reducido espacio que el asiento ofrecía.

Frustrada por la incomodidad, traté de acomodarme como pude, moviendo ligeramente las piernas y los brazos. Sin embargo, la falta de espacio seguía siendo un estorbo para mí.

La presión en mi pecho se intensificaba, y sentía como si el aire se volviera más denso a mi alrededor. Mis ojos comenzaron a doler debido a la iluminación del ambiente, que parecía haberse vuelto demasiado intensa de repente. Traté de mantener la calma, me levanté de mi asiento y miré a mi alrededor, buscando pistas que pudieran explicar lo que estaba sucediendo.

Mis oídos estaban entumecidos por un pitido, así que me sobresalté al sentir un ligero toque en mi hombro. Giré mi cuerpo lentamente hacia el responsable del susto, era una mujer, una mujer hermosa.

 Musa, cuidado.

Llevé mis manos temblorosas a mi garganta, retrocediendo instintivamente hasta chocar con una de las paredes del tren. A pesar de ahora ser capaz de escuchar, era mi garganta la que no cedía, sentía que me ahogaba.

La mujer se acercó a mí con una elegancia y gracia inusual, moviéndose con una suavidad que parecía desafiar la gravedad. Sus brazos se extendían hacia mí, como si abrazarme fuera su objetivo o como si fuera su posición predeterminada.

Tú eres la llave. Protégelas, Musa. No escuches a tu cabeza.

Mientras la observaba, su figura comenzó a desvanecerse ante mis ojos, como si fuera una ilusión fugaz, pero parecía asustada. La imagen de la mujer se volvió difusa, como un sueño que se desvanece al despertar.

Sollozos provenientes de la nada llamaron mi atención. La mujer había desaparecido, pero aún escuchaba ese sonido lamentero de alguna parte.

Di vueltas sobre mí misma, intentando descubrir la fuente del llanto. Todo me daba vueltas, no había nadie conmigo, las chicas no estaban ahí, se habían ido.

Caminé hacia el final del pasillo, completamente perdida por la situación tan surrealista. La velocidad del tren tamponaba mis oídos, haciéndome tragar saliva para poder escuchar correctamente.

Alargué el brazo para llegar al pomo de la puerta y poder abrirla.

— ¡No te vayas! —Ese grito desgarrador me hizo detenerme en el acto, provenía del fondo del vagón.

Temblorosa por lo que me podría encontrar, dirigí mi mirada hacia allá, antes de seguirla con todo mi cuerpo. Fue Bloom la que profirió el grito, sus lágrimas eran visibles desde la distancia.

— No te atrevas a irte después de lo que has hecho.

¿Lo que yo había hecho? Intenté acercarme, pero ella seguía gritándome que no lo hiciera. Estaba asustada, incluso más que yo. Su voz... Era áspera, rota...

 Ese es tu destino, Musa... Como el de tu madre.

El corazón se me aceleró al presenciar esa escena tan impactante. Miré hacia donde la mujer señalaba y allí estaba Stella, inmóvil en el suelo. Un escalofrío recorrió mi espalda al ver la sangre que comenzaba a fluir por el pasillo.

— ¿QUÉ HAS HECHO?

El terror se apoderó de todo mi cuerpo al escuchar su grito desgarrador y sentir sus manos aferrándose a mi cuello con fuerza. El calor que emanaba de sus palmas era insoportable, como si estuvieran quemándome la piel. En un intento de supervivencia, traté de apartar sus manos, luchando por liberarme de su agarre asfixiante.

ᴍᴜsᴇ © (Borrador de 'Try Me')Donde viven las historias. Descúbrelo ahora