26. Voces del más allá

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Geb

Desperté de un sobresalto y me incorporé de golpe. Me tomó unos cuantos segundos adaptarme al lugar en el que me encontraba; mi cuerpo había despertado antes que mi cerebro y este último no estaba haciendo un buen trabajo.

Seguía en la habitación de Alana. Esa que tantas veces estuve antes... hace tanto tiempo atrás. Estaba en su cama, pero solo. El otro lado del colchón estaba vacío y ligeramente ordenado.

Me levanté a toda prisa y salí al pasillo, donde encontré a Abby, preparando el desayuno.

—¡Ah! ¡Estás despierto! —exclamó con los ojos brillantes de entusiasmo—. Ya que estás aquí, por qué no...

Cumplí su deseo antes de que pudiera decirlo. No porque lo sintiera ni nada parecido, Abby y yo no teníamos ese tipo de conexión, pero teníamos tanta complicidad que adivinar sus pensamientos no era tan difícil.

Era obvio que quería un desayuno y ahorrarse el trabajo de prepararlo.

—Te amo —dijo, sentándose en el taburete.

—Amas mi magia —acusé, situándome frente a ella—. Por cierto... ¿Dónde está Alana?

—Salió, a correr, como todas las mañanas —dijo entre pausas mientras masticaba—. Ya lleva un rato fuera, debe estar por volver.

—¿Lleva mucho tiempo haciendo eso?

—Bastante —respondió la pelirroja—. En todo caso es bueno para su salud.

Estuve de acuerdo, pero no pude comer nada mientras esperaba, mirando la puerta cada ciertos momentos.

Abby estaba en silencio mirando su celular de forma distraída, al ver mi inquietud, dejó el aparato a un lado y llamó mi atención.

—¿Por qué pareces como si estuvieras temiendo que algo malo pase?

—Porque temo que algo malo pase.

—¿Un presentimiento?

—Mmm... ¿Has notado extraña a Alana esta última semana? ¿Cómo si escondiera algo o... no sé...?

—Alana lleva extraña mucho tiempo, tendrás que ser más específico.

—Jayden dice que Alana se llevó un anillo de su casa cuando se fue. Un anillo que contiene un Genio.

—¿Hay otro como tú?

—Hay muchos. Repartidos por todo el mundo —expliqué, apartando la mirada—, pero este en particular es uno de los más antiguos. El primer Ifrits.

—Ifrits... esos son los malos, ¿no?

—Digamos que sí.

—¿Y por qué los dejan que anden por ahí?

Negué con la cabeza. Yo no era un Djinn, no era parte de ese mundo y solo sabía lo que aprendí mientras estuve en la fortaleza de Sidi, pero muy bien podrían ser solo mentiras.

—No tengo idea. No quiero saber nada más de ese mundo. Quiero asegurarme de que ese anillo no está cerca de Alana y poder empezar una vida juntos. Sin magia de por medio.

—Eso lo tendrás difícil, es algo con lo que tendrán que vivir.

—Puedo prescindir de la magia si es necesario.

—Si claro. Díselo al deportivo negro que tienes en casa.

Me sonrojé ligeramente al verme descubierto. Me gustaban los lujos, ¿y qué? También podría tenerlos si trabajaba en algo luego de graduarme. Claro que podría.

[#2] El deseo de un recuerdo©Where stories live. Discover now