Kim JongIn

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A la mañana siguiente, me despierto con Kyungsoo acurrucado a mi lado, y es la mejor sensación del puto universo. Se ha quedado a dormir en casa y anoche nos quedamos hasta las cuatro de la mañana hablando, haciéndonos mimos y follando. Pero no es el sexo vacío sin sentido que he estado practicando desde que comenzó la universidad.

El sexo con Kyungsoo está cargado de sentido. No me hace sentir vacío sino todo lo contrario. Lleno. Lleno de emociones que ni siquiera puedo etiquetar. Kyungsoo se agita en mis brazos y yo, ausente, jugueteo con un mechón de su cabello, enredándolo en mis dedos.

—Buenos días —dice, bostezando mientras levanta la cabeza.

—Buenos días.

—¿Qué hora es?

—Las diez y media.

—Oh, no. ¿Nos hemos quedado dormidos? ¿No tienes entrenamiento?

—No hasta dentro de unas horas.

—Ah, OK, mejor. Nos quedamos hasta supertarde anoche. Salta de la cama y empieza a buscar su ropa por la habitación. Yo sonrío, porque soy el responsable de que sus pantalones estén encima de la cómoda y de que sus boxers de encaje estén hechos una bola al otro lado de la habitación. Y sí, me declaro culpable: arrastrarme y suplicar también me pone cachondo.

—¿Te parece bien si invito a Morris y Kwangsoo al partido mañana? —Se sube los boxers por sus piernas suaves y desnudas y, estoy tan distraído por lo que veo, que un nanosegundo después de que formule la pregunta, se me olvida lo que ha dicho. Mi polla se empalma bajo las sábanas, formando una tienda de campaña; es como si quisiese llamar la atención de Kyungsoo. Él suspira cuando la ve.

—Tú, ¿qué? ¿Tienes el sexo metido en la cabeza cada segundo del día?

—La verdad es que sí —admito, y subo y bajo las cejas—. ¿Porque te vistes? ¿No sería mejor que vinieses aquí y te sentaras sobre mi polla? Me mira pasmado.

—Claro, si quieres me hago pis encima de ti…. —Cuando abro la boca, levanta la mano en señal de advertencia —. Y no te atrevas a decir que te mola eso, porque no voy a incluir el pis en nuestra vida sexual. Me pongo de lado y me río histéricamente.

—Relax —balbuceo entre risas—. La lluvia dorada no es una idea que me vaya mucho. Kyungsoo se ríe.

—Gracias a Dios. Después de que salga al pasillo para ir al cuarto de baño, me arrastro reticente fuera de la cama y cojo un par de pantalones de chándal. Estoy pensando que le voy a proponer ir al diner a desayunar.

Después de la extenuante fiesta de sexo de anoche, me fliparía tomarme un buen plato grasiento de beicon, salchichas y… y el entrenador me matará si aparezco en el entrenamiento lento y flojo por un subidón de grasa. Puta dieta de temporada.

Camino inquieto de un lado a otro por la habitación mientras espero a que Kyungsoo salga del cuarto de baño, porque ahora soy yo el que necesita mear como una vaca. El zumbido de mi móvil me distrae de mi vejiga a punto de explotar, pero cuando veo el número de mi hermano parpadeando en la pantalla, mi buen humor mañanero se esfuma.

—Ey —dice Woobin cuando respondo—. ¿Puedes pasarte por aquí hoy? Ahogo un gemido.

—Tronco, tengo entrenamiento a la una y media.

—En ese caso, ven ahora. Acabaremos mucho antes que eso.

—¿Acabar qué? —preguntó con recelo.

—Ni idea. Papá dice que tiene algo importante que decirnos, pero no me da ningún detalle más. Marty me está cubriendo en el taller, así que trae tu culo aquí, tío. No nos llevará mucho tiempo.

Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora