Kim JongIn

515 51 3
                                    

He decidido bajar el ritmo de fiestas. Y
no ha sido SOLO porque anoche acabé
tan KO que Lay tuvo que llevarme cargado sobre su hombro escaleras arriba hasta mi habitación, porque estaba demasiado mareado para poder caminar.

No SOLO, pero sí que ha sido un factor importante para tomar la decisión que he tomado. Así que ahora es viernes por la noche y no solo he rechazado la invitación a la fiesta de uno de los chicos del equipo, sino que todavía estoy dándole vueltas al mismo vaso de whisky que me serví hace más de una hora.

Tampoco le he dado ni una calada al porro que Suho me pasa una y otra vez. Esta noche nos quedamos en casa charlando, desafiando el frío de principios de abril apiñados en el pequeño patio.

Le doy una calada a mi cigarrillo mientras Suho, Lay y nuestro compañero de equipo, Jiho, se pasan el porro. Solo escucho a medias el resumen, increíblemente obsceno, del polvo que Suho echó ayer por la noche.

Mi mente vaga de nuevo a mi propio rollo, con el chico absolutamente sexy que me obligó a seguirlo a uno de los cuartos de baño de arriba para aprovecharse de mí.

Es cierto que estaba borracho y que mi memoria puede ser un poco confusa, pero recuerdo PERFECTAMENTE cómo se corrió en toda mi mano después de hacerle un dedo en el culo.

Y recuerdo aún más perfectamente ser el receptor de una mamada espectacular. Pero no pienso contarle nada de eso a Lay ya que, tal y como parece, está manteniendo un recuento de mis rollos. Cabrón entrometido.

—Espera, retrocede un momento.
¿Que hiciste qué? El tono elevado de Jiho me devuelve al presente de una sacudida.

—Le he enviado una foto de mi polla.

—Suho lo dice como si fuese algo que
hace todos los días.

Jiho le mira con la boca abierta.

—¿De verdad? ¿Le has enviado una
foto de tu paquete? ¿En plan «ahí va un
recuerdo del sexo que hemos tenido»?

—Naah. Más bien como una invitación para otra ronda —responde Suho con una sonrisa.

—¿Cómo coño algo así puede hacer que quiera volver a acostarse contigo?

—Jiho parece dudar—.

Probablemente ahora piense que eres un
gilipollas. —Ni de coña, hermano. Las nenas aprecian una buena foto de una polla.
Créeme.

Jiho aprieta sus labios como si estuviera intentando no reírse.

—Ya, ya. Por supuesto.

Echo la ceniza en el césped y le doy
otra calada a mi cigarro.

—Solo por curiosidad. Una «buena foto de una polla», ¿qué requiere? Lo que quiero decir es: ¿es por la iluminación?, ¿la pose?

Estoy siendo sarcástico, pero Suho responde con voz solemne.

—Bueno, el truco consiste en mantener los huevos fuera de la foto.

La respuesta le arranca una carcajada a Lay, que se atraganta con su cerveza.

—En serio, tío —insiste Suho —. Los huevos no son fotogénicos. Las mujeres y donceles no quieren verlos.

La risa de Jiho sale disparada y unas bocanadas de humo blanco flotan
en el aire de la noche.

—Tronco, has invertido mucho tiempo en reflexionar sobre el tema. Es un poco triste.
Yo también me río.

—Espera un momento, ¿eso es lo que haces cuando estás en tu habitación con la puerta cerrada? ¿Hacerte fotos del pito?

Tu y yo (Kaisoo)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora